DOMINGO 17 DE JUNIO DE 2018
Ya con el verano a punto de caramelo –o así lo esperamos-, toca hoy desplazarse a la sierra de Arrato, una bonita zona poco frecuentada pero no por ello menos atractiva desde el punto de vista tanto naturalista como paisajístico. El día despunta con algunas nubes hacia la zona de Altube pero más despejado según nos acercamos a Apodaka, cerca de Gasteiz, y desde donde partiremos hacia las cimas de Amaritu y Armikelo, ambas con excelentes vistas sobre los municipios de Zuia y Zigoitia.
Así las cosas, aparcamos en Apodaka, un coqueto pueblo al pie de la sierra de Arrato y bajamos hacia un puente que cruzamos hasta una puerta metálica. Traspasada esta, nos dirigimos a la izquierda donde encontramos una pista que, sin pérdida posible, nos conducirá hasta la cima de Amaritu.
Tras cuarenta minutos de marcha nos situamos en la cima de Amaritu, con buzón, vértice geodésico y un mugarri.
Al fondo, a la izquierda, divisamos nuestra segunda cima del día, el Armikelo. A su derecha, el bonito barranco de Zarandona.
Bajamos durante un rato hacia la pista que nos conducirá en una hora más o menos hasta nuestro segundo objetivo.
Así llegamos al buzón del Armikelo con el valle de Zuia a nuestros pies y, en primer término, el monte Atxabal en las peñas de Oro, que albergan un curioso santuario que ya hemos visitado en más de una ocasión. Delante, el pueblo de Domaikia. Desde aquí se puede hacer una hermosa ruta circular mañanera al Atxabal.
Retomamos pues la bonita pista de subida con buenas vistas en todas direcciones. Al fondo, Gasteiz.
Y así llegamos nuevamente a los pies de Amaritu, que volvemos a subir pues la ruta de hoy no es circular. La idea es comer en la cumbre (que está más cerca de lo que parece), pero sopla un poco de viento fresco y decidimos bajar al pueblo.
Descendemos pues por la agradable pista hacia Apodaka.
Y ya, con el pueblo a la vista, finalizamos una bonita jornada montañera muy agradable. El tiempo nos ha acompañado durante las 3 horas y media largas de excursión que rematamos con el asueto que nos brinda la tranquilidad y la paz que se respiran en Apodaka.