Entradas con la etiqueta ‘Indiagana’
Domingo, 25 de abril de 2010

Buzón del Indiagana
Hora y lugar de encuentro: A las 9:45 en la gasolinera que está a la altura de Arrigorriaga, en la AP-68. Y a las 10:45 en Azáceta-Azazeta (Araba).
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Azáceta-Azazeta, un pequeño pueblo situado a 815 m. de altitud perteneciente al ayuntamiento de Arraia-Maeztu (Araba). Para llegar allí en coche desde Bilbao hay que coger la AP-68 (dirección Vitoria-Gasteiz), tomar después la salida 5 para incorporarse a la N-622 y a continuación coger la N-1 dirección Pamplona/Iruña. Un vez en la N-1 nos desviaremos para tomar la salida 357 (Arkaute, Lizarra/Estella) e incorporarnos a la A-2134. Posteriormente tomaremos la N-104 y después continuaremos por la A-132 hacia Estella. Esta carretera nos conducirá al alto del puerto de Azazeta y, pocos kilómetros después, nos depositará en el pueblo de Azazeta.
Desnivel: Unos 400 m.
Tiempo aproximado: 1 h. 30´ de ascensión a las dos cumbres.
Dificultad: Fácil.

Cumbre del Itxogana
El Itxogana y el Indiagana se elevan en los Montes de Vitoria, a escasos kilómetros de la capital alavesa. El ascenso a estos dos singulares montes puede llevarse a cabo desde los pueblos de Jaúregui y Gauna, situados en plena Llanada Alavesa, si bien es también bastante habitual emprender la marcha a pie partiendo del alto del puerto de Ozazeta o del pueblo del mismo nombre, situado a pocos kilómetros del puerto. Para esta ocasión, nosotros, de entre todas las posibilidades, hemos optado por iniciar nuestra marcha montañera tomando como punto de partida el bonito y cuidado pueblo de Ozáceta-Ozazeta.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:

Subiendo por la calle Mediodía
Dejamos los coches aparcados donde podemos, porque el pueblo es pequeño y mucho sitio no hay. No obstante, la mayoría de los asistentes consigue aparcar justo a la entrada de Azáceta, junto a una fuente que –al parecer– lleva por nombre El Lavadero de Azazeta. Así que los demás, tras calzarnos las botas y colocarnos las mochilas a la espalda, nos reunimos en este punto y, una vez allí, cruzamos la carretera general (después de mirar a ambos lados, que somos muy cautos y precavidos) y giramos a la izquierda por una calle cementada. Un cartel nos indica que nos encontramos en la calle Mediodía (Eguzki kalea) y un libro que llevamos nos informa que por allí vamos bien. Así que adelante.
La calle finaliza en una ancha pista de tierra y piedras que asciende muy suavemente por terreno despejado y nos conduce directamente a una bifurcación. Allí cogemos la pista de la derecha, porque así nos lo indica el citado libro, cruzamos una portada metálica de color verde allí situada y, nada más hacerlo, nos encontramos de nuevo con dos posibles caminos: el libro nos dice que tomemos el de la izquierda y un mapa que también llevamos encima nos aconseja que cojamos la pista de la derecha. Y como alguna decisión hay que tomar, lo que hacemos es guardar el libro en la mochila y continuar por la pista de la derecha. Pero que nadie interprete estas líneas como una incitación subversiva a desconfiar de los libros: la pista de la izquierda también conduce al Indiagana y al Itxogana, pero conduce tan rápidamente a estos dos montes que mejor dejaremos esta segunda alternativa para otra ocasión en la que estemos más cansados y con menos ganas de andar.

Junto a la primera puerta verde

Después de cruzar la puerta verde
Cogemos, por tanto, la pista de la derecha y nos adentramos a partir de este momento en una zona arbolada y sombría, cosa que se agradece teniendo en cuenta el día caluroso con el que hemos amanecido hoy. Seguimos de frente por la pista sin desviarnos en ningún momento, a pesar de los caminos a derecha e izquierda que nos encontramos a nuestro paso y que algún que otro de nosotros sugiere seguir. Y es que es normal tener dudas porque por aquí ni hitos ni señales ni nada de nada. Es decir, marcas = 0. Y las bonitas hayas que nos rodean mucha sombra dan, es cierto, pero escasa visibilidad. No obstante, el aguerrido montañero que, mapa en mano, nos va guiando en el día de hoy con su llamativo sombrero de colorines nos dice que mejor seguir de frente sin tomar ningún desvío y que así llegaremos enseguida a otra portada metálica…
… Y llegamos. Es curioso. Siempre me ha asombrado la capacidad que tienen algunos para interpretar mapas. De mayor quiero ser como ellos.
Bueno, pues sigo contando.

Junto a la segunda puerta verde
Estábamos en que habíamos llegado a otra puerta metálica. También de color verde, como la primera. Así se consigue que se mimetice con el paisaje. ¿Y hay que cruzarla? Pues no. Justo al llegar a su altura hay que coger un sendero a la izquierda (aquí sí que hay un hito) y continuar por él paralelos a una alambrada. Un poco más adelante, cuando la alambrada nos corta el paso, la cruzamos y ya estamos en el Indiagana, a 1.099 m. de altitud. “¿Por qué os paráis?” – pregunta algún despistado (concretamente, yo) que no se ha percatado todavía del curioso buzón verde que se encuentra en el suelo–. Un buzón, por cierto, con la forma del Atomium de Bruselas que despierta un gran interés entre los niños, interés que desaparece repentina y drásticamente cuando se dan cuenta de que es mucho más interesante la gigantesca haya que se alza al lado del buzón y por la cual se puede trepar. Así que con algunos en el suelo y otros encaramados en el árbol, nos sacamos unas fotos.

En el Indiagana
Y ahora camino del Itxogana.

Desviación a la derecha
Para ello saltamos la alambrada por otro paso situado a la izquierda del buzón del Indiagana y seguimos dirección NO. El sendero, que desciende entre hayas y después llanea, está plagado de hitos, así que no tiene pérdida (salvo en caso de niebla, que no es el caso que nos ocupa). Y así, caminando poco a poco, llegamos a un claro en el bosque, donde tomamos un tentempié para después continuar caminando por el mismo sendero hasta que tomamos una desviación a la derecha, marcada con un hito bien grande y un palo, para que nadie se despiste.
Este sendero desciende de forma bastante acusada durante unos metros para posteriormente ascender muy suavemente. Desembocamos poco después en una pista y continuamos de frente, siguiendo las indicaciones de un hito que alguien puso allí muy amablemente. Caminamos ahora por una pista más ancha que poco después tenemos que abandonar para tomar otra desviación a la derecha, también marcada con un hito. Pasamos junto a un pequeño cartel de madera pegado al suelo en el que se puede leer “ermita” y muy poco después ya podemos divisar a escasos metros de nosotros la cumbre del Itxogana (1.062 m), con su cruz de hierro y su vértice geodésico.
Bajo la cruz que corona la cumbre del Itxogana descubrimos una placa colocada allí en marzo de 1995 en memoria de un montañero, además de un buzón que, adosado a la mole de hormigón que sostiene la cruz, fue allí incrustado por el club de montaña Manuel Iradier en mayo de 1951. Mucho ha llovido desde entonces y el óxido no perdona, ciertamente.

Buzón del Itxogana

Nosotros en el Itxogana
Después de disfrutar de las bonitas vistas de la Llanada Alavesa que nos regala la cima del Itxogana, decidimos acercarnos a la ermita a comer. Para ello nos aproximamos hasta el cartel de madera por el que antes habíamos pasado y descendemos por el sendero allí marcado. En muy poco tiempo estamos ante la bonita y majestuosa ermita de San Bitor o San Vitor (945 m), rodeada de unas amplias campas provistas de mesas, sillas y asadores, además de una seta y dos caracoles de madera. Un entorno precioso y acogedor donde todos damos rienda suelta a nuestras ganas de comer y los niños a sus ganas de jugar.

Ermita de San Bitor

Comiendo
Después, con el estómago bien lleno, retomamos la senda por la que habíamos bajado hasta llegar de nuevo al letrero de “ermita”. Algo más adelante tomamos una pista que describe un giro de 180º hacia la izquierda y continuamos por ella hasta que desembocamos en otra pista. Allí giramos a la derecha y, al llegar a otro cruce un poco más adelante, volvemos a tomar el vial de la derecha (hito), el cual, tras un suave pero prolongado descenso, nos deposita junto a la primera portada verde que habíamos cruzado al inicio de la marcha. Es decir, hemos bajado por la pista que habíamos desechado al subir, completando así un bonito, entretenido y arbolado recorrido circular. Felicidades para el guía de hoy.