domingo 9 de septiembre de 2018
Hoy, domingo 9 de septiembre, toca retomar la temporada de montaña. Para ello nos hemos reunido en Opakua (Araba) un nutrido grupo de mendizales con la intención de ascender al Arrigorrista (1149 metros). La subida nos llevará una hora y media larga. El calor aprieta y promete ser un bonito día para disfrutar del hayedo y de las vistas de la cumbre. No obstante, también han anunciado lluvia y, efectivamente, el pronóstico se cumple a la bajada, poco antes de llegar al pueblo.
Empezamos subiendo bajo una fuerte calorina.
Hoy nos hemos reunido unos cuantos y a veces toca esperar y reagruparse, ya que en la subida hay al menos dos bifurcaciones en las que tomamos por la izquierda hacia el puerto de Opakua.
La pista se transforma en un camino claro que, a ratos embarrado, asciende progresivamente entre hayas y maleza.
Llegados al puerto, un poste nos informa de la dirección a seguir. Desde aquí tardaremos unos 15 minutos en hacer cima.
El sendero atraviesa un bonito hayedo que nos acompañará hasta la cumbre.
Ya tenemos la antecima a la vista. Está presidida por un monolito-memorial y un buzón empotrado en el mismo.
Un poco más adelante llegamos a la cima propiamente dicha donde sobresale otro monolito en recuerdo de un montañero fallecido en el Mont Blanc
A la izquierda del monolito vemos un curioso detalle de la Sociedad Ciclista Vitoriana.
Retrocediendo un poco tenemos esta preciosa vista : la sierra de Aizkorri a la izquierda. A su derecha el Aratz y más a la derecha de la imagen, Ballo y Mirutegi, todos ellos presidiendo la Llanada.
Mirando hacia la Llanada vemos al fondo Agurain-Salvatierra y, más acá, Opakua.
Y, tras comer bajo las hayas, llega el momento de la vuelta a través del precioso bosque.
Y el cielo, ya cubierto, comienza a descargar. Es el momento de abrir los paraguas y ponerse el chubasquero. Afortunadamente hemos tenido suerte y sólo se nos ha estropeado el tiempo al final de la bajada. Al fondo, el Arrigorrista despidiéndose de nosotros.
Y así bajamos la última cuesta hasta llegar al pueblo de Opakua, justo cuando la lluvia arrecia pero ya no nos importa.
En resumen, bonita jornada de monte, buen tiempo en general, mejor compañía y niños y mayores felices y con ganas de volver a caminar juntos.
Aquí os dejamos un resumen de lo que hemos hecho esta temporada.
DOMINGO 17 DE JUNIO DE 2018
Ya con el verano a punto de caramelo –o así lo esperamos-, toca hoy desplazarse a la sierra de Arrato, una bonita zona poco frecuentada pero no por ello menos atractiva desde el punto de vista tanto naturalista como paisajístico. El día despunta con algunas nubes hacia la zona de Altube pero más despejado según nos acercamos a Apodaka, cerca de Gasteiz, y desde donde partiremos hacia las cimas de Amaritu y Armikelo, ambas con excelentes vistas sobre los municipios de Zuia y Zigoitia.
Así las cosas, aparcamos en Apodaka, un coqueto pueblo al pie de la sierra de Arrato y bajamos hacia un puente que cruzamos hasta una puerta metálica. Traspasada esta, nos dirigimos a la izquierda donde encontramos una pista que, sin pérdida posible, nos conducirá hasta la cima de Amaritu.
Tras cuarenta minutos de marcha nos situamos en la cima de Amaritu, con buzón, vértice geodésico y un mugarri.
Al fondo, a la izquierda, divisamos nuestra segunda cima del día, el Armikelo. A su derecha, el bonito barranco de Zarandona.
Bajamos durante un rato hacia la pista que nos conducirá en una hora más o menos hasta nuestro segundo objetivo.
Así llegamos al buzón del Armikelo con el valle de Zuia a nuestros pies y, en primer término, el monte Atxabal en las peñas de Oro, que albergan un curioso santuario que ya hemos visitado en más de una ocasión. Delante, el pueblo de Domaikia. Desde aquí se puede hacer una hermosa ruta circular mañanera al Atxabal.
Retomamos pues la bonita pista de subida con buenas vistas en todas direcciones. Al fondo, Gasteiz.
Y así llegamos nuevamente a los pies de Amaritu, que volvemos a subir pues la ruta de hoy no es circular. La idea es comer en la cumbre (que está más cerca de lo que parece), pero sopla un poco de viento fresco y decidimos bajar al pueblo.
Descendemos pues por la agradable pista hacia Apodaka.
Y ya, con el pueblo a la vista, finalizamos una bonita jornada montañera muy agradable. El tiempo nos ha acompañado durante las 3 horas y media largas de excursión que rematamos con el asueto que nos brinda la tranquilidad y la paz que se respiran en Apodaka.