Domingo 27 de mayo de 2018
Hoy, domingo 27 de mayo, hemos ascendido a Elorreta, en la sierra de Zaraia. La verdad es que en ningún momento pensamos en llegar a la cima ya que el día era de niebla cerrada y ya desde Amorebieta era imposible atisbar a ver ninguna cima de los alrededores. Además el pronóstico no era muy halagüeño. Así y todo decidimos intentarlo . Empezamos pues la ascensión desde el barrio de Mendiola, en Eskoriatza, al que se accede desde Aretxabaleta. Desde el barrio se delimitan perfectamente las cimas de la zona, pero hoy tocaba no ver nada. Aun así, decidimos llegar hasta donde pudiéramos, al menos hasta el collado de Apotza, y probar suerte.
Tras cerca de hora y media ascendiendo por fuerte pendiente que no nos dio tregua en ningún momento y siempre envueltos por la niebla, nos topamos con un par de mendizales que nos dijeron que la cima estaba despejada, así que nos animamos y, tras un duro repecho, llegamos cerca del collado de Apotza donde el Elorrieta nos recibía amablemente. Abajo quedaba la niebla cerrada y una ventana de cielo azul nos invitaba a hacer cumbre.
Y así, tras subir por una campa hasta el lapiaz, seguimos los hitos de piedra hasta la cima de Elorreta, con su buzón y vértice geodésico.
Desde la cima, un amplio mar de nubes se mostraba a nuestros pies. Ahí abajo, Mendiola.
También se veían alzadas entre la niebla algunas de las cumbres del macizo de Aitzgorri. Increíble que, vistos los pronósticos, tuviéramos la suerte de coincidir justo con una apertura de claros que duraría bastante poco.
Y como la niebla parecía reclamar lo que era suyo, decidimos, tras tomar un tentempié, bajar hasta la pista de subida sin más demora.
Poco a poco fuimos destrepando con cuidado por el lapiaz.
Y ya en la pista, tras comer el bocata y con la niebla ya ocultando la montaña, decidimos descender.
Ya abajo, la zona del barrio de Mendiola estaba un poco más clara.
Con el objetivo cumplido y tras una bajada empinada pero bella a través del hayedo que jalona esta bonita ruta, regresamos a Mendiola. Ciertamente fue una pena no disfrutar de las espectaculares vistas que ofrece esta montaña en todas direcciones, pero todo no se puede. Al menos gozamos de un precioso itinerario por el hayedo y tuvimos la suerte de flotar sobre un mar de nubes en el corto espacio de tiempo que permanecimos en la cumbre. Zona para repetir, con alguna cima más, sin duda alguna.