Rutas por mes

Domingo, 6 de diciembre de 2009

Alen y sus marcas de trincheras

Alen y sus marcas de trincheras

Hora y lugar de encuentro: A las 9:45 en la gasolinera de Ugaldebieta, situada en la Autovía del Cantábrico (A-8) entre Santurtzi y Muskiz. Y a las 10:15 en Alen (Sopuerta).

DATOS DE LA RUTA:

Acceso: Antiguo poblado minero de Alen (574 m.), en Sopuerta (Bizkaia). Para llegar a Alen hay que dirigirse a Muskiz (A-8 y N-634) y tomar allí el desvío a Olabarrieta (BI-3614) y Alén (BI-4615)

Desnivel positivo: Unos 600 m.

Tiempo aproximado: 4 h (ida y vuelta).

Dificultad: Media.

En los montes de Saldamando se encuentran situados el Alen o Alén y el Betaio, testigos silenciosos de la intensa actividad minera que vivieron Las Encartaciones durante años. Las minas de hierro que horadan en todo su perímetro el Alen forman parte hoy en día del Parque Natural de las Minas de Alén, y uno de los buzones que coronan su cima nos recuerda el antiguo pasado minero de esta zona, que constituye uno de los entornos más bellos y desconocidos de Bizkaia.

Descripción del recorrido realizado:

Dejamos aparcados los coches enfrente del frontón de Alén. Allí cogemos el camino que seguía una antigua vía de vagonetas, el cual pasa junto a una fuente y un área recreativa diminuta donde se encuentra un panel informativo que, desgraciadamente, nadie se preocupa de cuidar porque se encuentra en un estado lamentable.

Preparándonos

Preparándonos

Una pequeña cuesta

Una pequeña cuesta

Comenzamos a caminar

Comenzamos a caminar


El camino atraviesa bocas de mina, cargaderos y escombreras justo antes de ascender suavemente hacia la derecha por una pista muy evidente que tiene una valla de madera a la izquierda y que nos lleva directamente al collado de Zorrolaseta. Una vez allí abandonamos la pista para tomar un estrecho sendero a la derecha, marcado por un hito.

Ladera herbosa

Ladera herbosa

Continuamos por el sendero, que asciende por una ladera herbosa, supera unas escombreras y continúa remontando hasta llegar a una zona de roca caliza paralela a la cresta desde la cual podemos ver ya el vértice geodésico situado en la cima del Alen. Nos dirigimos hacia él y llegamos a la cumbre, desprotegida y abierta al viento por sus cuatro costados. Y hoy, precisamente, sopla mucho viento. Junto al vértice, tres buzones y una placa: uno de los buzones recuerda el pasado minero de esta zona; la placa está dedicada a la memoria de Mero Portilla, fallecido en accidente de montaña; y los otros dos buzones, adornados ambos con flores, están dedicados al montañero José R. Romaña. Uno de ellos ha sido allí colocado allí por ACBko Mendi Taldea y el otro por el club de montaña Ganerantz, de Portugalete, club al que perteneció Romaña y del que su padre también es socio.

En la cima del Alen

En la cima del Alen

El Ganerantz es el encargado, además, de organizar todos los años la marcha de montaña Joserra Romaña en homenaje a este gran amante de la montaña que recorrió muchos kilómetros en compañía del insigne club portugalujo y que un desgraciado día no pudo bajar del monte porque un maldito rayo se cruzó en su camino.

Abandonamos el Alen descendiendo por su ladera dirección norte, dejando tras de nosotros numerosas trincheras de la guerra civil que, excavadas por el ejército republicano en su retroceso hacia Cantabria después de la caída de Bizkaia en manos del bando nacional, constituyen un testimonio histórico de primera mano de los enfrentamientos bélicos que forman parte de nuestro pasado reciente.

Llegamos así a un collado para ascender de nuevo por una suave pendiente que nos conduce al Anguiruela (778 m), un pequeño monte sin buzón. Allí aprovechamos para tomar un ligero tentempié antes de descender otra vez  dirección norte hasta enlazar con una ancha pista herbosa que nos lleva directamente a las faldas del Betaio.

Falda del Betaio

Falda del Betaio

Hamaiketako

Hamaiketako

Llegado a este punto, algunos deciden subir al Betaio y descender por la otra ladera del monte, mientras que otros lo bordean siguiendo la pista. Nos reunimos todos de nuevo al otro lado del monte. Allí se encuentra un poste indicativo que nos informa que el camino que desciende hacia la izquierda es la GR 123 que conduce a Gordón, mientras que la pista que continúa recta permite llegar, en 35 minutos, al Ventoso.

Betaio y su viento

Betaio y su viento

Seguimos adelante hasta llegar a una pequeña borda situada a la izquierda del camino. Allí sopesamos la posibilidad de parar a comer, pero tras una corta deliberación decidimos regresar sobre nuestros pasos hacia un lugar más resguardado del viento.

Algunos aprovechamos ese momento para ir al Ventoso siguiendo, dirección norte, la ladera del monte, evitando así la pista principal que serpentea a menor altura. Por el camino nos encontramos numerosas y profundas trincheras de la guerra civil, además de restos de un pasado más remoto: el menhir y el túmulo de Perutxote  y, un poco más adelante, el dolmen Campo Ventoso. Todos estos vestigios megalíticos se encuentran debidamente señalizados con paneles de color rosa. Curioso ha sido, por cierto, el color elegido.

Tras este corto recorrido cargado de historia coronamos la cima del Ventoso (731 m), que hace honor a su nombre, donde nos espera una caseta, un vértice geodésico, un pequeño buzón oxidado y unas hermosas vistas de los montes cántabros, el Serantes, el Superpuerto  y el Abra. Monte y mar. Bonita combinación.

Dos Menditxikizaleak en el Ventoso

Dos Menditxikizaleak en el Ventoso

Regresamos después por la pista principal dirección sur hasta encontrarnos con el resto del grupo, que está ya con el postre y que no nos reciben con vítores ni aplausos. Y ni falta que hace.

De regreso

De regreso

Regresando

Regresando

Después regresamos todos juntos –pero no revueltos– en amor y armonía siguiendo la pista que conduce a la base del Anguiruela. Continuamos adelante, bordeando tanto el Anguiruela como el Alen, hasta que la pista traza una curva pronunciada a la izquierda. En este momento hay que abandonarla para coger un estrecho sendero sin marcas de ningún tipo, el cual sigue bordeando el Alen y nos conduce a un collado. Una vez allí continuamos descendiendo dirección este hasta encontrarnos con la senda por la que iniciamos el ascenso al Alen. Escasos minutos después estamos de nuevo en el collado de Zorrolaseta  y cogemos de nuevo la pista inicial, la cual nos lleva sin problemas y sin pérdida alguna al poblado minero de Alén. Montamos en los coches, nos tomamos el acostumbrado cafecito en un bar de Sopuerta y a casita, contentos y felices. Otro día más en el que hemos disfrutado del monte en agradable y entrañable compañía. Otro día más para guardar en la memoria dentro del apartado de “buenos recuerdos”.

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