Rutas por mes

Domingo, 21 de marzo de 2010

                     Cumbre del Hernio

Cumbre del Hernio

Hora y lugar de encuentro: A las 11:00 en Trintxera, situado dentro del término municipal de  Errezil (Gipuzkoa).

DATOS DE LA RUTA:

Acceso: Aparcamiento junto a Trintxera, nombre que recibe un hotel rural, restaurante y albergue situado en el collado de Iturburu,  en la carretera que une Azpeitia y Tolosa.

Para llegar a Trintxera desde Bilbao hay que tomar la A-8 y coger la salida 14 para incorporarse a la GI-2634 hasta Azpeitia. Una vez allí, continuar por la GI-2634 hasta Errezil  y, unos cinco kilómetros después de haber atravesado el pueblo, veremos una desviación a la izquierda en la que un cartel nos indica que allí mismo se encuentra Trintxera.

Desnivel: 500 m.

Tiempo aproximado: 1 h 30´ de ascensión.

Dificultad: Media.

El monte Hernio –escrito con “h” desde que Euskaltzaindia así lo recomendara en el año 2004– es una de las más populares y emblemáticas cumbres guipuzcoanas y lugar de peregrinación casi obligada en las masivas romerías que se celebran todos los domingos del mes de septiembre.

Existen varias rutas de ascensión al Hernio: Asteasu, Hernialde, Alkiza, Iturriotz y Trintxera, entre otras. Y aunque la ruta que parte de la venta de Iturriotz es quizá una de las más populares y concurridas, nosotros ascenderemos esta bonita montaña cubierta de cruces desde Trintxera, un punto de gran tradición montañera y posiblemente el más frecuentado para subir al Hernio por su vertiente sur.

DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:

George Mallory, legendario escalador y montañero británico nacido en 1886, respondió en una ocasión a la pregunta de por qué escalar el Everest con una mítica frase que ha pasado a la posteridad: “Porque está ahí”. Pues, salvando las más que evidentes distancias, algo parecido nos ha ocurrido hoy a nosotros: nos hemos levantado temprano con la sana intención de subir al Hernio y, aunque el día estaba completamente nublado y todos los montes de los alrededores se encontraban cubiertos de una espesa capa de niebla, no hemos podido evitar la tentación. Imposible evitarla: hemos estado alojados durante el fin de semana en el albergue de Trintxera, hemos dormido dos noches bajo el manto protector del Hernio, hemos podido contemplar desde abajo toda su belleza y no podíamos irnos sin rendirle una visita de cortesía. No podíamos.

Sin embargo, los niños tenían otros planes: ir a ver el museo de marionetas de Tolosa. Y, como era algo que también merecía la pena, mientras ellos se encaminaban hacia allí muy bien acompañados por un nutrido grupo de abnegados e ilusionados adultos, nosotros dirigíamos nuestros pasos hacia la cumbre del Hernio.

Salimos del albergue y, siguiendo las indicaciones de un cartel de madera, cogemos un camino situado en el mismo aparcamiento, cruzamos una alambrada y comenzamos a subir por unos escalones hechos con troncos que ascienden por detrás del hostal. Giramos después a la izquierda y continuamos caminando por una pista de tierra y hierba siguiendo las marcas de la GR (rojas y blancas).

                           Inicio del camino

Inicio del camino

                        Cruzando la primera alambrada

Cruzando la primera alambrada

Escasos minutos después nos encontramos con un cartel de madera que nos indica que nos quedan 3´3 km para llegar al collado Zelatun. Seguimos la dirección indicada por el citado cartel y escasos metros después nos encontramos con un cruce de caminos. Cogemos el camino empedrado situado más a la izquierda, el único con marcas rojas y blancas. Un poste en el suelo un poco más adelante nos indica que nos encontramos en una de las múltiples rutas que conforman el complejo entramado del Camino de Santiago.

                    Cartel en el collado Zelatun

Cartel en el collado Zelatun

Llegamos así a otro cruce y seguimos por la pista central haciendo caso de nuevo a las marcas rojas y blancas allí situadas. El sendero, que no tiene pérdida alguna, alterna tramos herbosos con tramos de piedra y finaliza en una amplia portada de madera que corta el camino. Allí hay dos opciones: girar a la derecha y encarar desde allí la ascensión al Hernio o cruzar la portada de madera, la cual nos da paso al collado Zelatun (841 m), que separa las cumbres del Gazume y del Hernio. Es precisamente en este lugar, al que se accede también desde la venta de Iturriotz, donde se celebran las clásicas romerías de septiembre. Allí nos encontramos con bordas convertidas en merenderos, una mesa de orientación y un cartel de madera que nos indica que nos queda un kilómetro de ascensión hasta el Hernio.

Cogemos, por tanto, el sendero situado junto al citado cartel, dirección sudeste, dispuestos a afrontar el último tramo de subida. El sendero, bien visible, va ganando altura progresivamente hasta que termina empinándose cada vez más y describiendo amplios zig-zags que consiguen que remontemos con más suavidad el corto pero fuerte desnivel final.

                           Refugio Erniozaleak

Refugio Erniozaleak

Llegamos así a un refugio reconstruido por Erniozaleak Kultur Elkartea. Junto a él se encuentra una cruz de cuyos brazos cuelgan unos aros a los que se les atribuye propiedades curativas: según la tradición, si pasamos dichos aros por el cuerpo conseguiremos librarnos milagrosamente del reuma. Nosotros, la verdad, no lo llegamos a comprobar en nuestras propias carnes porque cuando alcanzamos el refugio estábamos todavía un tanto impresionados por las cruces que habíamos ido encontrando por el camino. Cruces que indicaban el lugar donde habían muerto montañeros que apenas habían sobrepasado los 40 años. Los mismos que tenemos nosotros. Así que dedujimos – no sé si equivocadamente o no – que los 40 son una mala edad para subir al Hernio y que más vale que no volviéramos por esos lares hasta que hubiéramos cumplido los 50 por lo menos.

Del refugio sale un camino de piedra que en pocos minutos nos eleva a la cima del Hernio, magnífica atalaya desde la que disfrutar de una estupenda panorámica de los montes y valles guipuzcoanos… Cuando no está cubierto de niebla, claro. Así que, a falta de vistas, hoy nos conformamos con escudriñar el lugar y contemplar de cerca las múltiples cruces que coronan la cima del Hernio. Y en medio de ellas, clavada al suelo con fuerza y mirando al cielo con orgullo, la gigantesca cruz que divisábamos desde Trintxera. Y, junto a esta enorme cruz, los dos buzones del Hernio y una mesa de orientación, la cual -dicho sea de paso- constituye un buen lugar donde poder soñar e imaginarnos lo que se esconde más allá de la niebla que lo cubre todo.

Pero, a pesar de la niebla, ha merecido la pena. Siempre merece la pena subir. Llegar arriba, respirar el aire de las montañas, cerrar los ojos y  fundirte en su silencio. Es una sensación indescriptible que sólo un amante de la montaña sería capaz de comprender.

                     Buzón en el Hernio
Buzón en el Hernio
                          En la cima
En la cima

Después de las fotos de rigor, emprendemos el descenso hacia Trintxera siguiendo el camino por el que habíamos subido, no sin antes detenernos en el collado Zelatun a tomarnos un caldo calentito. Y es que nuestro estómago también se merece un premio. ¿O no?

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