Rutas por mes

Domingo, 7 de noviembre de 2010

DATOS DE LA RUTA:

Buzón del Repico

Acceso: Arriano, localidad alavesa situada a 760 m. de altitud. Para llegar allí desde Bilbao hay que coger la salida 5 de la AP-68. Inmediatamente después de pasar el peaje tomamos la A-3314 dirección Izarra y, una vez atravesado el pueblo, continuamos por la misma carretera dirección Zuatzu-Kuartango. Posteriormente nos incorporamos a la A-3316 hasta encontrarnos con una desviación hacia la A-4325 en la que un cartel nos indica que nos resta un kilómetro hasta Arriano.

Desnivel : 430 m de desnivel positivo aproximadamente.

Distancia: Unos 10 km (ida y vuelta).

Tiempo aproximado: 1 h. 30´ de ascensión.

Dificultad: Media-baja.

El Repico (denominación oficial de este monte, según Euskaltzaindia) es, con sus 1.187 m de altitud, la cumbre más elevada de la sierra de Árcamo, situada en el occidente alavés. Se trata de un macizo cárstico catalogado como LIC (Lugar de Importancia Comunitaria) e incluido dentro del Catálogo de Paisajes Singulares y Sobresalientes de la Comunidad Autónoma del País Vasco, lo que da fe de su altísimo valor paisajístico y ambiental. Un lugar con encanto jalonado de numerosas cuevas que esconden misteriosos secretos y rincones apartados en los que reina el silencio más absoluto.

La ascensión a esta cima de roca caliza se puede iniciar desde Karkamu (654 m), Fresneda (590 m) o Arriano (760 m), siendo esta última opción, la más sencilla y una de las más habituales, la elegida por nosotros en este desapacible primer domingo de noviembre.

DESCRIPCIÓN DE LA RUTA REALIZADA:

Llegamos a Arriano bastante más tarde de lo previsto. Y es que nuestros GPS estaban hoy empeñados en conducirnos a este pequeño pueblo alavés tomando la salida 6 de la AP-68 sin saber que a la altura de Subijana-Morillas la carretera se encontraba cortada. Así que allí no tuvimos más remedio que darnos la vuelta y coger de nuevo la autopista dirección Bilbao para tomar la salida 5. Ya se sabe: problemas del directo –como dicen en televisión.

Cartel al inicio del camino

En Arriano nos recibe un cielo plomizo y amenazante que no impide que emprendamos la marcha con buen ánimo e ilusión. Dejamos los coches aparcados al final del pueblo, junto a un lavadero en el que un cartel blanco con las palabras “Repico” y “Cruceta” nos indica la dirección  que debemos tomar: una pista cementada situada a la derecha del citado cartel. Ningún problema, pues, para coger desde el principio el camino adecuado.

El cemento muy pronto desaparece para dar paso a un ancho camino de tierra. Los impresionantes murallones calizos de Peña Colorada se alzan inexpugnables a nuestra derecha.

En pocos minutos llegamos a una barrera metálica y, tras rebasarla, tomamos el camino de la izquierda, que asciende en prolongada pendiente entre pinos y hayas remontando el barranco Melaria hasta conducirnos, tras describir varias curvas, a una nueva bifurcación. Aquí cogemos el vial de la derecha, marcado con un hito, que llanea durante escasos metros antes de finalizar junto a otra puerta metálica, que debemos cruzar.

Primer desvío

Caminando entre hayas

Inspeccionando un fósil encontrado

Segunda desviación

Estamos ya en la parte alta de la sierra, junto al pozo Portillo o Melaria (1.090 m),  un pozo con paredes cementadas convenientemente vallado  a cuyos pies se halla una placa en la que podemos leer su fecha de restauración: el 14 de febrero de 2004.  El día de los enamorados. Qué curioso.

Rebasamos el pozo Portillo por la izquierda y nos encontramos con un vasto valle: es el poljé de Navazuza (1.068 m). Se denomina así a una depresión de origen cárstico de fondo plano y tamaño considerable que suele estar recorrida por un riachuelo. En este caso no tenemos ningún río visible que recorra esta depresión pero sí un abrevadero para ganado y, a su derecha, una poza. Desde este punto nacen varios senderos que nos conducen sin dificultad alguna a  las numerosas cumbres que se alzan en este recóndito lugar de Álava, ninguna de las cuales supera los 1.200 m de altitud: Peña Colorada (1.131 m), Kruzeta (1.171 m),  Alto Coronas (1.172 m), Risco Malo (1.175 m),  Repico (1.184 m)…  Y es a este último monte, el más elevado de la sierra, hacia el que dirigimos nuestros pasos.

Pozo Portillo y Poljé de Navazuza al fondo

Para ello continuamos adelante, siguiendo un camino herboso que pasa entre el pozo Navazuza y el abrevadero. La cumbre del Repico, erguida sobre un pequeño cordal calizo salpicado de hayas y pinos silvestres,  se alza enfrente de nosotros.

Atravesamos una zona casi fantasmagórica poblada de árboles muertos entre los que emerge más de un haya de singular belleza y, tras pasar junto a los restos de los muros de una antigua majada, llegamos por un sendero evidente al collado situado entre Risco Malo y Repico.

Haya

Naturaleza muerta

Una vez llegados a este punto tan solo hay que seguir los hitos que continúan hacia la izquierda para alcanzar la cumbre del Repico, coronada por un pequeño buzón del Gasteiz y un vértice geodésico. La lluvia, que nos ha ido acompañando a intervalos durante buena parte del camino, comienza a descargar con más fuerza, así que no permanecemos más que unos pocos minutos en la cima.

Caminando hacia el Repico

En la cima

Entrando en la cueva Repico

En el interior de la cueva

Pero, en lugar de regresar por donde habíamos venido, optamos por descender por un sendero que se dirige, dirección NE, hacia el poljé de Navazuza. Creemos que por este sendero encontraremos la cueva de Repico (1.122 m), una de las muchas que salpican estos parajes. Y no nos equivocamos: escasos minutos después de descender de la cima del Repico encontramos la entrada de la cueva, lo cual es motivo de algarabía y regocijo para los niños.

Entramos en la amplia cueva, donde podemos comer con tranquilidad bien resguardados de la lluvia. Los niños están encantados. La verdad es que hace falta bien poco para hacerlos felices.

Pero ya es hora de regresar. Así que retomamos la senda por la que veníamos de la cima, esta vez con los paraguas cerrados. Pero por poco tiempo porque, justo antes de llegar al pozo Portillo nos sorprende el granizo y, más adelante, la lluvia, nuestra compañera omnipresente desde hace ya varios domingos. No importa. Estamos acostumbrados y, sobre todo, estamos ya descendiendo y no muy lejos de los coches. Cuando llegamos a Arriano ya ha dejado de llover y podemos dar por cumplido el objetivo del día: disfrutar del monte y, sobre todo, de la buena compañía.

Ruta y perfil de la marcha realizada

(Para ampliar la imagen pincha sobre ella y, a continuación, vuelve a hacer click encima)

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