El Parque Natural de Posets-Maladeta, situado en el nordeste de Aragón, es un espacio natural de gran belleza paisajística y enorme riqueza geológica, biológica y botánica que tiene el honor de concentrar dentro de sus macizos graníticos el 50% de las cumbres de más de 3.000 metros de los Pirineos. Entre ellas sobresale el espectacular Aneto, que es, con sus 3.404 metros de altitud, el pico más elevado de todo el Pirineo, lo que le ha convertido en una de las cumbres más codiciadas y visitadas de la cordillera.
Ascenderemos a este prestigioso y emblemático monte en dos etapas siguiendo su vía de acceso más habitual, la cual parte del Plan de la Besurta, pasa junto al refugio de la Renclusa, recorre las faldas de la Maladeta, alcanza el Portillón Inferior, atraviesa el Portillón Superior y deambula entre grandes bloques de piedra granítica antes de penetrar en el glaciar en dirección al collado Coronas y ascender desde allí hasta la antecima para cruzar, por último, el famoso Puente de Mahoma, una corta arista aérea de unos 20 m de longitud catalogada como de grado I.
1ª etapa: sábado, 13 de agosto de 2011
Plan de la Besurta (1.900 m) – Refugio de la Renclusa (2.140 m)
DATOS DE LA RUTA:
Desnivel positivo: unos 250 m.
Tiempo aproximado: 45 min.
Dificultad: baja.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
Para llegar al Plan de la Besurta, punto de partida habitual no sólo para iniciar la ascensión al Aneto sino también para realizar algunas de las más emblemáticas excursiones por el macizo de la Maladeta, hay que cruzar el pueblo de Benasque por la A-139, dejar a la derecha el desvío a Cerler, continuar por esta carretera comarcal remontando el curso del río Ésera y coger una desviación a la derecha (situada a unos 11 km de Benasque) que conduce al Vado del Hospital. Desde allí continuamos hasta el albergue del Hospital de Benasque para circular a continuación por una sinuosa pista asfaltada que finaliza en el Plan de la Besurta.
No obstante, desde finales de junio hasta mediados de septiembre (los meses de mayor afluencia de público), el acceso de vehículos de motor a la Besurta está restringido, por lo que para llegar a allí el ayuntamiento de Benasque ofrece un servicio de autobús que parte de Benasque o del Vado y conduce a La Besurta tras un recorrido de 17 o de 4 km respectivamente (en este enlace podrás consultar los horarios y el precio del autobús: http://menditxiki.org/wp-content/uploads/2011/08/transporte-verano2011.jpg).
Nosotros llegamos en coche al Vado del Hospital en medio de una intensa lluvia que no nos hace, sin embargo, desistir de nuestros planes. Cabezotas que somos. Enésima llamada desde allí al refugio de La Renclusa con la esperanza de que haya quedado alguna plaza libre a lo largo del día. Nos confirman de momento sólo tres plazas y, aunque nos dan esperanzas de que pueda haber más cuando lleguemos, no nos queda más remedio que cargar con las tiendas de campaña por si acaso.
Así que, con las mochilas bien repletas, nos montamos en el autobús que conduce a La Besurta (1.900 m), adonde llegamos en unos 10 minutos envueltos en una incesante lluvia que, desgraciadamente, no parece que vaya a remitir.
Comenzamos nuestra marcha cruzando el río por un puente de madera y unos cinco minutos después un cartel nos indica que nos encontramos a 40 min de la Renclusa. Aproximadamente 10 min después nos topamos con una bifurcación bien señalizada en la que un cartel que nos informa que el camino de la izquierda conduce a Aiguallut y el de la derecha al refugio de la Reclusa.
Continuamos, por lo tanto, por la derecha, siguiendo para ello un sendero evidente que llanea inicialmente entre praderas y desciende a continuación hasta una vaguada para luego comenzar a ascender, dirección norte, por una empinada ladera que describe amplias lazadas y sortea un pequeño repecho final antes de depositarnos en el refugio de La Renclusa (2.140 m), donde, literalmente, nos “refugiamos” de la lluvia.
Allí, mientras saboreamos la sabrosa cena que nos sirven, uno de los encargados del refugio nos da la agradable sorpresa de que han quedado camas disponibles para todo el grupo. Menos mal, porque montar las tiendas de campaña cuando ya ha oscurecido y en plena lluvia no es plato de buen gusto para nadie. Así que, felices e ilusionados, nos vamos a dormir con la esperanza de que el sol ilumine estos recónditos parajes aragoneses al día siguiente.
2ª etapa: domingo, 14 de agosto de 2011
Refugio de la Renclusa (2.140 m) – Portillón Inferior (2.738 m) – Portillón Superior (2.880 m) – Collado de Coronas (3.196 m) – Aneto (3.404 m)
DATOS DE LA RUTA:
Desnivel positivo: unos 1.315 m.
Tiempo aproximado: 5 h 10 min de ascensión.
Dificultad: alta. Se trata de un recorrido de alta montaña que discurre por terreno difícil (grandes bloques de piedras, glaciar…) y que, además, puede verse dificultado por imprevisibles y bruscos cambios de temperatura. Conviene, por tanto, llevar ropa de abrigo incluso en verano. Es imprescindible también el empleo de piolet y crampones y es aconsejable igualmente llevar cuerda, especialmente en invierno, así como poseer unos conocimientos técnicos básicos acerca del uso de crampones, piolet y encordamiento en glaciar.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
Son las 4:30 de la mañana cuando comienzan a sonar las alarmas de los relojes y los teléfonos móviles en el refugio de La Renclusa.Y ya para las 5:00 la habitación que ocupábamos se encuentra completamente desierta y el comedor repleto de montañeros que saben muy bien que es aconsejable madrugar para afrontar con más calma la subida a estas cumbres pirenaicas y evitar así, en la medida de lo posible, las tormentas vespertinas que han anunciado para el día de hoy. Y nosotros que pensábamos que íbamos a ser de los más madrugadores…
Así que, tras tomar un copioso desayuno, salimos a las 6:00 en dirección al Aneto. Somos 6 adultos y dos niñas de 12 años que soñaban desde hace meses con coronar la cima del Aneto. Para una de ellas será su quinto tresmil y para la otra será su décima cima de más de 3.000 m. Todo un reto para ellas y para el resto del grupo.
Todavía no ha amanecido y una larga hilera de montañeros provistos de frontales iluminan el camino hacia el Aneto. Éste arranca a la izquierda del refugio, dirección suroeste, y a los pocos minutos comienza a ascender por una fuerte y pedregosa pendiente cuajada de hitos que va ganando altura de forma vertiginosa mientras el lago de Paderma, a nuestras espaldas, va empequeñeciéndose cada vez más y el refugio de La Renclusa va desapareciendo definitivamente de nuestra vista.
Continuamos remontando por este incómodo sendero hasta alcanzar el Portillón Inferior (2.738 m), desde el que es posible obtener una bonita panorámica del Aneto y de su glaciar descolgándose por la ladera. Allí nos detenemos a sacar unas fotos, a tomar un tentempié y, sobre todo, a reponer fuerzas antes de seguir adelante.
Reanudamos la marcha dirección este descendiendo por una senda que poco después avanza en diagonal hasta llegar al Portillón Superior (2.880 m), un corte en la roca que sirve de puerta de entrada a la vertiente oriental. Lo cruzamos e iniciamos un breve descenso que nos sitúa en una senda que se dirige hacia el glaciar del Aneto, el más extenso de los Pirineos, no sin antes atravesar enormes e interminables bloques de granito que dificultan la progresión.
Llegamos así al inicio del glaciar del Aneto, donde nos paramos de nuevo a descansar y a comer algo. Hemos hecho ya la parte más costosa de la travesía.
Cuando nos disponemos a ponernos los crampones una de las integrantes del grupo se percata de que los crampones semiautomáticos que ha traído no son aptos para sus botas, motivo por el que no le queda más remedio que darse la vuelta y regresar al refugio. Y no es, por cierto, la única persona que en el día de hoy que se ve abocada a ello por el mismo motivo, lo cual demuestra la importancia de revisar con cuidado el material que llevamos antes de iniciar cualquier travesía.
Los demás reanudamos la marcha por el glaciar siguiendo las huellas dejadas por los que han subido antes que nosotros. Se trata de una progresión un tanto dificultosa ya que hoy el glaciar presenta numerosos tramos de hielo tan duro que apenas se clavan en él las puntas de los crampones.
Tras una larga travesía por el glaciar del Aneto llegamos al collado de Coronas (3.196 m), donde nos quitamos los crampones y dejamos las mochilas para remontar un sendero de piedras que nos conduce en pocos minutos a la antecima del Aneto (3.298 m). Tan sólo nos queda superar el vértigo y cruzar el Puente de Mahoma, más conocido como Paso de Mahoma, una estrecha arista aérea de unos 20 metros de longitud que hoy, como casi siempre, se encuentra repleta de gente: unos que van y otros que vuelven. Y también están, naturalmente, los que se quedan en la antecima, paralizados por el miedo e incapaces de sortear este último obstáculo.
Como curiosidad contaré que fue el científico francés Albert de Franqueville, uno de los protagonistas de la primera ascensión al Aneto, quien bautizó en 1842 este paso como “Puente de Mahoma”. Parece ser que esta denominación le vino a la cabeza al recordar las palabras recogidas en el libro sagrado de los musulmanes, el Corán, donde se afirma que para entrar al paraíso es preciso atravesar un puente “más fino que un cabello y más filoso que una espada”, el cual sólo serán capaces de atravesarlo las almas justas.
Pues nosotros siete cruzamos ese puente. Algunos lo hacen sin problemas, alegres y confiados, como si estuvieran dando un tranquilo paseo por la Gran Vía. O eso es lo que me parece a mí. Yo soy la única de este pequeño grupo de Menditxiki que atraviesa el Puente de Mahoma con dificultad, intentando no mirar al abismo que se abre bajo mis pies. Pero consigo llegar al otro lado, que es lo que importa. Porque en esto, como casi todo en la vida, lo importante es aparcar nuestros miedos y continuar caminando sin mirar atrás: no podemos impedir que a veces el miedo nos encoja el alma, pero tenemos que tratar de evitar que este temor nos paralice las piernas y nos impida seguir adelante.
Ya es la una de la tarde cuando pisamos todos la cumbre del Aneto, la cual nos regala una excelente panorámica en todas las direcciones. Allí nos recibe una gran cruz de aluminio colocada el 12 de agosto de 1951 por el Centre Excursionista de Cantaluya y una imagen de la virgen del Pilar encaramada en una gran pedestal de cemento que en 1956 colocaron un grupo de montañeros de Aragón.
Muchas fotos en la cima: de todo el grupo, individuales, por familias… Que no todos los días se alcanza el cielo y se pisa al techo de la cordillera pirenaica…
El descenso lo realizamos por el mismo itinerario de subida (más o menos), tras soportar estoicamente una fuerte tromba de agua que nos sorprende antes de llegar al Portillón Superior y que remite en poco tiempo. Llegamos así de nuevo al refugio de La Renclusa, donde recogemos las tiendas de campaña, sacos de dormir y demás enseres que habíamos dejado a buen recaudo en las taquillas del refugio. Y desde allí nos dirigimos a Vado del Hospital, donde llegamos justo a tiempo para coger el último autobús que parte hacia La Besurta. Ha sido una jornada larga y agotadora, pero el esfuerzo ha merecido la pena.