Archivo de abril de 2010
Domingo, 25 de abril de 2010

Buzón del Indiagana
Hora y lugar de encuentro: A las 9:45 en la gasolinera que está a la altura de Arrigorriaga, en la AP-68. Y a las 10:45 en Azáceta-Azazeta (Araba).
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Azáceta-Azazeta, un pequeño pueblo situado a 815 m. de altitud perteneciente al ayuntamiento de Arraia-Maeztu (Araba). Para llegar allí en coche desde Bilbao hay que coger la AP-68 (dirección Vitoria-Gasteiz), tomar después la salida 5 para incorporarse a la N-622 y a continuación coger la N-1 dirección Pamplona/Iruña. Un vez en la N-1 nos desviaremos para tomar la salida 357 (Arkaute, Lizarra/Estella) e incorporarnos a la A-2134. Posteriormente tomaremos la N-104 y después continuaremos por la A-132 hacia Estella. Esta carretera nos conducirá al alto del puerto de Azazeta y, pocos kilómetros después, nos depositará en el pueblo de Azazeta.
Desnivel: Unos 400 m.
Tiempo aproximado: 1 h. 30´ de ascensión a las dos cumbres.
Dificultad: Fácil.

Cumbre del Itxogana
El Itxogana y el Indiagana se elevan en los Montes de Vitoria, a escasos kilómetros de la capital alavesa. El ascenso a estos dos singulares montes puede llevarse a cabo desde los pueblos de Jaúregui y Gauna, situados en plena Llanada Alavesa, si bien es también bastante habitual emprender la marcha a pie partiendo del alto del puerto de Ozazeta o del pueblo del mismo nombre, situado a pocos kilómetros del puerto. Para esta ocasión, nosotros, de entre todas las posibilidades, hemos optado por iniciar nuestra marcha montañera tomando como punto de partida el bonito y cuidado pueblo de Ozáceta-Ozazeta.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:

Subiendo por la calle Mediodía
Dejamos los coches aparcados donde podemos, porque el pueblo es pequeño y mucho sitio no hay. No obstante, la mayoría de los asistentes consigue aparcar justo a la entrada de Azáceta, junto a una fuente que –al parecer– lleva por nombre El Lavadero de Azazeta. Así que los demás, tras calzarnos las botas y colocarnos las mochilas a la espalda, nos reunimos en este punto y, una vez allí, cruzamos la carretera general (después de mirar a ambos lados, que somos muy cautos y precavidos) y giramos a la izquierda por una calle cementada. Un cartel nos indica que nos encontramos en la calle Mediodía (Eguzki kalea) y un libro que llevamos nos informa que por allí vamos bien. Así que adelante.
La calle finaliza en una ancha pista de tierra y piedras que asciende muy suavemente por terreno despejado y nos conduce directamente a una bifurcación. Allí cogemos la pista de la derecha, porque así nos lo indica el citado libro, cruzamos una portada metálica de color verde allí situada y, nada más hacerlo, nos encontramos de nuevo con dos posibles caminos: el libro nos dice que tomemos el de la izquierda y un mapa que también llevamos encima nos aconseja que cojamos la pista de la derecha. Y como alguna decisión hay que tomar, lo que hacemos es guardar el libro en la mochila y continuar por la pista de la derecha. Pero que nadie interprete estas líneas como una incitación subversiva a desconfiar de los libros: la pista de la izquierda también conduce al Indiagana y al Itxogana, pero conduce tan rápidamente a estos dos montes que mejor dejaremos esta segunda alternativa para otra ocasión en la que estemos más cansados y con menos ganas de andar.

Junto a la primera puerta verde

Después de cruzar la puerta verde
Cogemos, por tanto, la pista de la derecha y nos adentramos a partir de este momento en una zona arbolada y sombría, cosa que se agradece teniendo en cuenta el día caluroso con el que hemos amanecido hoy. Seguimos de frente por la pista sin desviarnos en ningún momento, a pesar de los caminos a derecha e izquierda que nos encontramos a nuestro paso y que algún que otro de nosotros sugiere seguir. Y es que es normal tener dudas porque por aquí ni hitos ni señales ni nada de nada. Es decir, marcas = 0. Y las bonitas hayas que nos rodean mucha sombra dan, es cierto, pero escasa visibilidad. No obstante, el aguerrido montañero que, mapa en mano, nos va guiando en el día de hoy con su llamativo sombrero de colorines nos dice que mejor seguir de frente sin tomar ningún desvío y que así llegaremos enseguida a otra portada metálica…
… Y llegamos. Es curioso. Siempre me ha asombrado la capacidad que tienen algunos para interpretar mapas. De mayor quiero ser como ellos.
Bueno, pues sigo contando.

Junto a la segunda puerta verde
Estábamos en que habíamos llegado a otra puerta metálica. También de color verde, como la primera. Así se consigue que se mimetice con el paisaje. ¿Y hay que cruzarla? Pues no. Justo al llegar a su altura hay que coger un sendero a la izquierda (aquí sí que hay un hito) y continuar por él paralelos a una alambrada. Un poco más adelante, cuando la alambrada nos corta el paso, la cruzamos y ya estamos en el Indiagana, a 1.099 m. de altitud. “¿Por qué os paráis?” – pregunta algún despistado (concretamente, yo) que no se ha percatado todavía del curioso buzón verde que se encuentra en el suelo–. Un buzón, por cierto, con la forma del Atomium de Bruselas que despierta un gran interés entre los niños, interés que desaparece repentina y drásticamente cuando se dan cuenta de que es mucho más interesante la gigantesca haya que se alza al lado del buzón y por la cual se puede trepar. Así que con algunos en el suelo y otros encaramados en el árbol, nos sacamos unas fotos.

En el Indiagana
Y ahora camino del Itxogana.

Desviación a la derecha
Para ello saltamos la alambrada por otro paso situado a la izquierda del buzón del Indiagana y seguimos dirección NO. El sendero, que desciende entre hayas y después llanea, está plagado de hitos, así que no tiene pérdida (salvo en caso de niebla, que no es el caso que nos ocupa). Y así, caminando poco a poco, llegamos a un claro en el bosque, donde tomamos un tentempié para después continuar caminando por el mismo sendero hasta que tomamos una desviación a la derecha, marcada con un hito bien grande y un palo, para que nadie se despiste.
Este sendero desciende de forma bastante acusada durante unos metros para posteriormente ascender muy suavemente. Desembocamos poco después en una pista y continuamos de frente, siguiendo las indicaciones de un hito que alguien puso allí muy amablemente. Caminamos ahora por una pista más ancha que poco después tenemos que abandonar para tomar otra desviación a la derecha, también marcada con un hito. Pasamos junto a un pequeño cartel de madera pegado al suelo en el que se puede leer “ermita” y muy poco después ya podemos divisar a escasos metros de nosotros la cumbre del Itxogana (1.062 m), con su cruz de hierro y su vértice geodésico.
Bajo la cruz que corona la cumbre del Itxogana descubrimos una placa colocada allí en marzo de 1995 en memoria de un montañero, además de un buzón que, adosado a la mole de hormigón que sostiene la cruz, fue allí incrustado por el club de montaña Manuel Iradier en mayo de 1951. Mucho ha llovido desde entonces y el óxido no perdona, ciertamente.

Buzón del Itxogana

Nosotros en el Itxogana
Después de disfrutar de las bonitas vistas de la Llanada Alavesa que nos regala la cima del Itxogana, decidimos acercarnos a la ermita a comer. Para ello nos aproximamos hasta el cartel de madera por el que antes habíamos pasado y descendemos por el sendero allí marcado. En muy poco tiempo estamos ante la bonita y majestuosa ermita de San Bitor o San Vitor (945 m), rodeada de unas amplias campas provistas de mesas, sillas y asadores, además de una seta y dos caracoles de madera. Un entorno precioso y acogedor donde todos damos rienda suelta a nuestras ganas de comer y los niños a sus ganas de jugar.

Ermita de San Bitor

Comiendo
Después, con el estómago bien lleno, retomamos la senda por la que habíamos bajado hasta llegar de nuevo al letrero de “ermita”. Algo más adelante tomamos una pista que describe un giro de 180º hacia la izquierda y continuamos por ella hasta que desembocamos en otra pista. Allí giramos a la derecha y, al llegar a otro cruce un poco más adelante, volvemos a tomar el vial de la derecha (hito), el cual, tras un suave pero prolongado descenso, nos deposita junto a la primera portada verde que habíamos cruzado al inicio de la marcha. Es decir, hemos bajado por la pista que habíamos desechado al subir, completando así un bonito, entretenido y arbolado recorrido circular. Felicidades para el guía de hoy.
Domingo, 18 de abril de 2010
Hora y lugar de encuentro: A las 9:45 en la gasolinera que está a la altura de Arrigorriaga, en la AP-68. Y a las 10:20 en el parking que hay junto al área recreativa de Garrastatxu, a unos 3 kilómetros de Baranbio (Araba).
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Barrio de Garrastatxu (582 m), perteneciente a la localidad alavesa de Baranbio (Araba). Para llegar a Garrastatxu desde Bilbao hay que coger la AP-68 y tomar la salida 3 (Llodio – Orozko). Inmediatamente después del peaje se gira a la izquierda dirección Orozko y se continúa por la BI-2522 hasta llegar a Baranbio. Una vez allí hay que atravesar el pueblo y escasos metros después del restaurante Hordago hay que coger a la izquierda una pista asfaltada en cuyo inicio un poste de madera nos indica que por allí se llega a Garrastatxu. Un kilómetro aproximadamente después se llega a un cruce y se toma la desviación de la derecha, también indicada con un cartel, y tras recorrer unos dos kilómetros más se llega a un amplio aparcamiento cercano a la ermita de Garrastatxu y al área recreativa allí situada.

Cima del Nafakorta

Buzón del Oderiaga
Desnivel: 580 m. de desnivel positivo al Nafakorta y unos 300 m. más al Oderiaga.
Tiempo aproximado: 1 h 20´de ascensión al Nafakorta y unos 45´ más al Oderiaga.
Dificultad: Media.
Situado en los límites occidentales del Parque Natural del Gorbeia, en la muga entre Bizkaia y Araba, el Nafakorta es una modesta y poco conocida cumbre que se alza a la sombra del Oderiaga, la cima más elevada y popular de los Montes de Arno.
Muchos son los caminos que conducen al Nafakorta y al Oderiaga, pero nosotros hemos optado por iniciar nuestro recorrido en el barrio de Garrastatxu. De hecho, este bello lugar, situado en la vertiente sur del macizo del Gorbeia, constituye un punto de partida muy habitual para acceder a muchos de los montes que se elevan en la vertiente occidental del Parque Natural.

Nafakorta volviendo del Oderiaga
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
El camino que conduce al Nafakorta y al Oderiaga desde Garrastatxu se inicia en una pista asfaltada que comienza en el mismo aparcamiento donde se dejan los coches. No obstante, nosotros, desconocedores por completo de este importante y crucial detalle, tomamos el camino erróneo y, después abandonar nuestros coches debidamente aparcados en el lugar habilitado para tal efecto, cogemos el otro camino (porque sólo había dos: el correcto y el incorrecto). Es decir, tomamos equivocadamente el camino que lleva a la preciosa ermita de Nuestra Señora de la Piedad de Garrastatxu. Así que, tras pasar junto a un cartel que prohíbe el paso de vehículos, entramos en el área recreativa, provista de mesas, fuente y columpios, y continuamos por una pista descendente situada entre la ermita y un bar. Allí nos encontramos con una bifurcación y, aunque la opción más adecuada en este caso es coger la desviación de la izquierda, nosotros tomamos la de la derecha. Por desconocimiento, claro. Que nadie vaya a pensar que somos masoquistas o algo así.

Camino que no hay que coger

Pista que sí hay que coger
Tras esta sucesión de errores encadenados llegamos al cabo de unos minutos a un caserío, después de cruzar una portada metálica gris que seguramente alguien puso ahí para que nadie la cruzara. No obstante, al llegar al citado caserío un amable hombre que allí habitaba nos informó con total cordialidad que nos habíamos equivocado y, para evitar que diéramos la vuelta, nos invitó a cruzar otra portada metálica gris situada justo al lado de su vivienda, no sin antes explicarnos con todo lujo de detalles (nos debió de ver cara de despistados) que siguiendo el sendero que allí comenzaba alcanzaríamos en aproximadamente 500 metros la pista que no habíamos cogido en el aparcamiento. Después, eso sí, de sortear tres pinos caídos. Eso creo que dijo: tres pinos. Y visto lo visto, yo creo que eran más de tres los pinos que estaban por tierra, pero no vamos a discutir acerca de números ni cantidades porque, a fin de cuentas, lo importante es que fuimos reconducidos al camino correcto.
Desembocamos así –tal y como nuestro amable benefactor predijo– a la pista principal. Concretamente a un lugar que –según unos viandantes que por allí pasaban en ese preciso instante– es conocido como crucero Gárate. Siguiendo esta pista asfaltada llegamos al amplio collado de Katabaso (595 m), donde se encuentran varios corrales, un cartel que indica la entrada al Parque Natural y un crucero de señales que nos informa que el Nafakorta se encuentra 1h 5´ y 3´1 km de distancia. Lo cual, sumado a los 15´ y 1´2 km que marca hasta Garrastatxu, hace un total de 1h. 20´ y 4´3 km. en total. Que todavía no se nos ha olvidado sumar.
En este punto abandonamos el asfalto y comenzamos a ascender por una pista de gravilla de color blanquecino que algunos abandonamos más adelante para atajar por una especie de cortafuegos. Otros, que tienen menos ganas de atajar que nosotros, continúan por la pista.

Collado de Katabaso con atajo al fondo

Desviación a la izquierda
No obstante y como era de esperar, nos juntamos poco después en la pista principal y seguimos ascendiendo hasta que llegamos a las faldas del Nafakorta. Un hito colocado allí de forma estratégica –como pasa con todos los hitos– nos indica que tenemos que dejar la pista y girar a la izquierda.
Subimos por una ladera de hierba, alcanzamos un camino de piedras y bordeamos el Nafakorta por su cara oeste hasta llegar a la altura de unos mugarris que sirven –al parecer– para marcar los límites municipales entre Orozko y Zuia. A nuestra izquierda se alza el Anekoarri. Y a la derecha nace una estrecha senda que nos conduce entre brezos a una pequeña zona despejada en la que se halla ubicado el vértice geodésico y el pequeño buzón que corona la cima del Nafakorta (1.019 m). Unas fotos que den fe del evento y abajo otra vez.

Algunos en la cima del Nafakorta

Junto a los mugarris
(Y mejor no hablamos –porque restaría encanto al momento– del todoterreno que en ese preciso instante desciende la loma herbosa del Anekoarri ante nuestros ojos atónitos. Así que pasemos a otro tema)
Muy cerca de los mugarris hay un poste de madera con indicaciones para montañeros despistados que nos informa –entre otras cosas– que el Oderiaga se encuentra a 40 minutos de allí. Seguimos en la dirección allí indicada y llegamos en menos de cinco minutos al collado de Aranekoarri (997 m), fácilmente identificable por los corrales allí situados y, sobre todo, por la presencia de un curioso monolito de piedra que fue levantado –según la inscripción allí presente– en honor a una chica que fue devorada por un lobo el 24 de diciembre de 1308.

Cruce de señales con el Oderiaga al fondo

En recuerdo de la chica devorada por un lobo

En el vértice geodésico del Oderiaga
Y en ese mismo collado se queda a reposar un numeroso grupo de Menditxiki que no teme a los lobos mientras que otros nos aventuramos hacia el Oderiaga, que se alza frente a nosotros invitándonos a subirlo. Así que dejamos todos los bártulos con el resto del grupo y nos acercamos hasta un cruce de señales que indica que el Oderiaga está a 2´1 km y 35´ en la GR 12-123. Y unos suben y bajan corriendo y llegan los primeros; otros suben andando a paso de marcha y llegan los segundos; y otros ascendemos más tranquilitos y relajados amenizando nuestra subida con una entretenida charla y llegamos los últimos, cuando los demás ya han emprendido la bajada. Pero llegamos, que es lo importante. Y dejamos de hablar por un momento para contemplar la preciosidad de paisaje que nos rodea por los cuatro costados. Nos sorprenden especialmente las impresionantes y espectaculares vistas que desde el Oderiaga (1.245 m) se pueden disfrutar del complejo laberinto kárstico de Itxina. Bonito también –aunque no espectacular– es el buzón plateado del Oderiaga, que reproduce el mapa de Euskal Herria. Allí unos simpáticos montañeros que llegan poco después que nosotros nos sacan una foto junto al vértice geodésico del Oderiaga. Algunos salen en la foto con las piernas cortadas, pero se les ve la cara, que es lo que cuenta.
De allí bajamos al collado de Aranekoarri y después de comer y de juegos varios iniciamos el descenso hacia Garrastatxu.

En el collado de Aranekoarri
El camino de vuelta nos permite disfrutar de nuevo de unas inmejorables vistas de la Sierra Salvada. El cielo está tan despejado en ese momento que se puede distinguir con total claridad la imagen de la Virgen de Orduña erigida en la cima del monte Txarlazo. Aunque también hay nubes amenazadoras a lo lejos. Nubes que comienzan a descargar lluvia cuando estamos ya muy próximos a la ermita de Garrastatxu. Tan próximos que casi no nos da ni tiempo a mojarnos.
Llegamos así al parking donde tenemos los coches, tomamos un café o un refresco o un helado –que para todos los gustos hay– en el bar situado al lado de la ermita y, justo cuando montamos en nuestros vehículos para dirigirnos a casa, el sol reaparece de nuevo y Garrastatxu se despide de nosotros con un inmenso arco iris colgado del cielo y otro más inmenso todavía justo encima de él.
RUTA Y PERFIL DEL RECORRIDO GARRASTATXU-NAFAKORTA:

Ruta Garrastatxu-Nafakorta

Perfil Garrastatxu-Nafakorta
Domingo, 11 de abril de 2010

Buzón del Aldamin
Hora y lugar de encuentro: A las 10:15 en el aparcamiento situado en el puerto de Barazar.
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Área recreativa de Saldropo, en Zeanuri (Bizkaia), situada a unos 594 metros de altitud. Para llegar allí desde Bilbao hay que tomar la N-240 (dirección Vitoria-Gasteiz) hasta llegar al alto del puerto de Barazar (kilómetro 38). Una vez allí se toma una pista de cemento que nace detrás del bar Bengoetxea y en cuyo inicio unos paneles informativos indican la entrada en el Parque Natural de Gorbeia. Siguiendo esta pista cementada sin tomar ninguna desviación llegaremos en 3 km al área recreativa del humedal de Saldropo.
Desnivel: 782 m. aproximadamente.
Tiempo aproximado: 2 h 10 min de ascensión.
Dificultad: Media-alta.
El rocoso Aldamin, la segunda cima más elevada de Bizkaia después del Gorbeia, rasga el cielo vizcaíno con orgullo y elegancia. No obstante, su cercanía a la famosa cruz que corona la cumbre del Gorbeia ha contribuido en gran medida a restarle el protagonismo que se merece, hasta el punto de que la ascensión al Aldamin suele verse en muchas ocasiones como un mero complemento a la subida al mítico Gorbeia para aquellos montañeros que se acercan a Aldamiñospe, el famoso collado que separa ambas cimas.
Tanto el Aldamin como el Gorbeia tienen múltiples accesos. Pero, entre todos ellos, hemos elegido para esta ocasión uno de los senderos más clásicos y bellos de ascensión a los dos principales techos de Bizkaia: el que nace en el humedal de Saldropo, se adentra en un bosque de cipreses y, tras remontar el espectacular paso de Atxuri, se dirige hacia los paredones calizos del Aldamin para bordearlos por su parte oriental y alcanzar así el collado de Aldamiñospe.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
Dejamos los coches en el amplio aparcamiento situado junto al área recreativa del humedal de Saldropo y comenzamos a caminar por una pista cementada situada al final del parking. Un poste de madera allí situado nos indica dos itinerarios distintos: el itinerario Saldropo, y la senda Atxuri, que es la que tomamos. Pasamos poco después junto a un gran cartel que indica “Parque de madera” y junto al cual hay una hilera de coches aparcados. Justo después de este pequeño parking tomamos la desviación de la derecha, siguiendo de nuevo las indicaciones de un poste de madera allí situado, ya que el desvío de la izquierda nos conduciría a un calero, situado a 50 m. de este punto.

Iniciando la ruta

Panel en Saldropo

Primera desviación
Continuamos, por tanto, por la pista cementada por la que caminábamos, vadeamos el arroyo Uguna por un bonito puente de madera y, escasos metros después, el cemento desaparece para dar paso a la gravilla. A continuación, poco antes de que la pista por la que caminamos comience a descender ligeramente, es preciso abandonarla para tomar una desviación a la izquierda, marcada con un hito y unas señales rojas y blancas un tanto borrosas. Atención a este punto ya que es fácil despistarse y más de un montañero se ha pasado este cruce.
Unos metros después nos encontramos con una nueva bifurcación y cogemos el vial de la izquierda, marcado con un hito. El camino de tierra por el que caminamos ahora va ascendiendo de forma cada vez más acusada en medio de un precioso y sombrío bosque de cipreses para acabar muriendo en una pista. La cruzamos y continuamos de frente por una senda marcada con otro hito que desemboca de nuevo en un camino. Seguimos ascendiendo de frente obviando las desviaciones a izquierda y derecha que encontramos a nuestro paso. Llegamos así a un rellano donde nos encontramos de nuevo con postes indicadores de madera. Aquí cogemos la desviación de la izquierda, la continuación de la senda Atxuri, la GR 12 que habíamos iniciado poco antes en el humedal.

Por el bosque

Rellano

Por la pista
Las sendas poco definidas que a partir de aquí se entrecruzan en una ascensión prolongada en medio de un pinar nos conducen al singular paso de Atxuri, un estrecho sendero excavado en la roca con una espectacular caída hacia el abismo.

Paso de Atxuri
Tras superar el paso de Atxuri llegamos a un alto, el portillo de Atxuri, donde nos encontramos nuevos postes de madera: a la izquierda, Arralde (2 km / 35´) siguiendo la GR 123 y, a la derecha, Aldamiñape (2´1 km / 40 ´) siguiendo la GR 12 – 123. Nosotros continuamos -como es obvio- por la derecha, tomando para ello una senda que discurre paralela al cordal para poco después desviarse ligeramente hacia la izquierda (oeste) en dirección a los refugios que se divisan a los lejos, bajo la pared rocosa del Aldamin. Las marcas rojas y blancas esparcidas por las rocas dirigen nuestros pasos. El tentempié que hemos tomado unos minutos antes nos ha dado fuerzas para seguir adelante.

Hacia Aldamiñape
La senda pasa junto a un bosque de cipreses, desciende hacia un hayedo y cruza el pequeño arroyo de Arimegorta antes de continuar ascendiendo de nuevo en dirección al Aldamin. Pasamos junto a varios refugios privados, llegamos al refugio de cementos Lemona, bordeamos después la única construcción gris de los alrededores (el Santutxuko auzo aterpea) siguiendo una pista de piedras en la que hemos desembocado y llegamos poco después a una zona recogida y provista de una gran mesa y bancos corridos situada a los pies de la impresionante cara norte del Aldamin. Estamos en la majada de Aldamiñape, a 1.005 metros de altitud.
Llegados a este punto la gran mayoría decide dar por finalizada la excursión del día y tomarse un merecido descanso, mientras unos pocos tomamos la determinación de seguir adelante. Para ello nos acercamos a la desafiante ladera norte del Aldamin, lo bordeamos por su lado oriental con la intención de ascender por su cara sur siguiendo la parte alta del barranco de Dulau y llegamos poco después al collado de Aldamiñospe (1.376 m) tras superar un fuerte repecho. Una vez allí algunos suben al Gorbeia, otros al Aldamin y otros… pues a los dos.

En el Aldamin

Buzón del Gorbeia
Sorprende el contraste: la afilada loma rocosa del Aldamin contrasta con la ladera herbosa del Gorbeia; el modesto buzón y el cairn (gran pirámide de piedras) que coronan la cima del Aldamin contrastan con la majestuosa cruz del Gorbeia, su bonito buzón, su mesa de orientación, el vértice geodésico y la bella imagen de la virgen de Begoña que recibe a los miles de montañeros que año tras año alcanzan su cima… Y eso por no hablar del tremendo contraste que supone ver la interminable hilera de gente que sube hacia el Gorbeia y compararlo con los pocos montañeros que van sorteando las piedras calizas del Aldamin. Verdaderamente, el Aldamin ha tenido mala suerte: la mala suerte de encontrarse postrado a la sombra de su hermano mayor.

Monumento a los pastores
Y tras haber visitado y disfrutado de estas dos bellas montañas –cada una a su manera-, iniciamos el descenso hacia el lugar en el que se encuentra el resto del grupo, no sin antes pasar por un bonito monumento de piedra levantado en medio de una pequeña loma en honor los pastores de Aldamiñape.
Una vez reunidos de nuevo, los niños nos sorprenden con una bonita obra de teatro que han estado ensayando en nuestra ausencia. Comemos, practicamos algo de escalada, jugamos a fútbol, nos divertimos un rato y regresamos a Saldropo por el mismo camino por el que habíamos subido.
Una fantástica excursión que merece la pena repetir las veces que haga falta.

Majada de Aldamiñape

Grupito