Archivo de mayo de 2010
Domingo, 30 de mayo de 2010

Cumbre del Albeiz
Hora y lugar de encuentro: A las 9:45 la gasolinera que está a la altura de Arrigorriaga, en la AP-68. Y a las 10:55 en Ilarduia (Araba).
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Ilarduia (Asparrena), localidad alavesa situada a unos 577 m. de altitud. Para llegar a Ilarduia en coche desde Bilbao tenemos que coger la AP-68 y tomar posteriormente la salida 5 para incorporarnos a la N-622 (autovía de Altube). Después tomamos la N-1 (dirección Pamplona/Iruña) y, una vez en la N-1, cogemos la salida 385 (Araia – San Román), incorporándonos así a la A-3020. Continuamos por la A-3020 hasta que unos kilómetros después nos vemos obligados a tomar una desviación a la derecha que nos sitúa en la A-3012. Nada más tomar la citada desviación un cartel nos anuncia que estamos a 2 km de Ilarduia, a donde llegamos después de atravesar el pequeño pueblo de Albeniz.
Desnivel: 438 m.
Tiempo aproximado: 1h 10´ de ascensión.
Dificultad: Media.
El Albeiz o Albéniz (1.015 m) es una modesta y rocosa cumbre que forma parte de la impresionante cadena caliza de los montes de Altzania, situados en el extremo nordeste de la Llanada Alavesa. Aunque la cumbre más conocida y elevada de los montes de Altzania la constituye el magnífico e imponente Aratz (1.443 m), toda la sierra esconde idílicos parajes, rincones y montes de singular belleza en los que la roca caliza se mezcla con el bosque formando espectaculares y llamativos contrastes.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
Dejamos aparcados los coches a la entrada de Ilarduia, junto a una fuente. Allí tomamos una calle asfaltada situada a la izquierda de la citada fuente que nos conduce a la parte alta del pueblo, donde el asfalto desaparece para dejar paso a una pista de gravilla rodeada de hermosos trigales que nos regala unas impresionantes y espectaculares vistas a las moles rocosas del Umandia y el Albeiz.

Iniciando la marcha

Fin del asfalto
Seguimos caminando, atravesamos un pequeño puente de cemento y llegamos a una desviación. Allí cogemos el vial de la derecha y continuamos por la pista, la cual abandonamos justo en el preciso momento en que ésta describe un fuerte giro hacia la derecha para continuar de frente por un camino en cuyo inicio encontramos un cartel que prohíbe el acceso a coches y motos y que nos anuncia asimismo que estamos entrando en el parque natural del Aizkorri – Aratz. El camino, que discurre en medio de un bonito y sombrío bosque de robles, nos conduce escasos minutos después a una barrera metálica que atravesamos para seguir de frente por un sendero de hierba sembrado de flores. Poco después giramos a la izquierda, siguiendo las indicaciones de un hito allí situado.

Giro a la derecha

Barrera metálica

Señal
El sendero de hierba se transforma progresivamente en un sendero de piedras que asciende de forma suave pero prolongada y que acaba situándonos frente a una muralla de roca caliza. Una vez allí y tras algún que otro titubeo, tomamos la senda de la derecha, marcada con hitos, y continuamos ascendiendo dejando el Umandia a nuestra espalda. No obstante, poco después la senda describe un fuerte giro hacia la izquierda y nos coloca de nuevo frente a este gigante calizo conduciéndonos directamente hacia su base rocosa.
Sin embargo, la senda por la que caminamos se va estrechando cada vez más y la espesa maleza nos impide el paso hasta tal punto que decidimos escalar un pequeño muro de piedra situado a nuestra derecha para posicionarnos en una senda más cómoda que discurre de forma paralela al sendero por el cual caminábamos y que se acaba uniendo poco después a él después de salvar el estrechamiento anterior.

Escalando

Finalizando la escalada
Cruzamos a continuación una alambrada por un paso habilitado para ello y unos metros después giramos a la izquierda para caminar por un sendero que discurre paralelo a un arroyo. Los hitos nos conducen a un alto herboso y, una vez allí, todos menos uno giramos hacia la izquierda siguiendo una ancha pista en la que se pueden ver varios puestos de caza. (Hago aquí un inciso para decir que el que no ha girado hacia la izquierda sino a la derecha no lo ha hecho porque estuviera enfadado o disconforme con los demás, sino porque quería subir al Artzanegi. Pero poco después se uniría de nuevo al resto del grupo).
Continuamos por la pista, dirección noreste, rodeados de pinos hasta que llegamos a una zona con un cercado para animales, giramos a la derecha y llegamos a un cruce de caminos: la pista del medio baja hacia Araia, el camino de la derecha conduce al Umandia y el de la izquierda al Albeiz. Y aunque nuestra intención inicial era ascender al Umandia, cuando nos acercamos a la base de este imponente monte de piedras decidimos por unanimidad dejarlo para mejor ocasión porque lo vemos un tanto peligroso para ir con niños. Y, una vez desechado el Umandia, tomamos la determinación de dirigirnos hacia la cima del Albeiz, que coronamos sin dificultad pocos minutos después.

En la cima del Albeiz
Después de las fotos de rigor, descendemos del Albeiz y nos detenemos a comer en una bonita campa de hierba al lado de una especie de monolitos situados a los pies del Albeiz. Y tras la comida algunos queman las energías sobrantes escalando unas piedras allí situadas. Y como resultado de ello uno de los intrépidos escaladores, concretamente una niña, sufre una torcedura de tobillo. Después da comienzo un partido de fútbol que finaliza con otro de los asistentes, concretamente un adulto, con un esguince en el pie. Y a continuación comienza un poco ortodoxo partido de béisbol con palos y piñas que milagrosamente concluye sin ningún herido. Menos mal.
Hora de regresar. Decidimos descender por la pista que conduce a Araia, mucho más cómoda para los accidentados. Pero después de caminar unos metros con uno de ellos cojeando y el otro a la pata coja, nos percatamos de que así no llegaremos muy lejos. Así que convocamos un consejo de guerra tras el cual quedan establecidas tres decisiones: uno de los participantes se adelantará al resto y bajará a Araia y de allí a Ilarduia para coger su coche y regresar después en busca de los demás; el adulto herido – que dice que puede seguir caminando poco a poco y a su ritmo – es abandonado a su suerte (qué mal suena lo de “abandonado a su suerte”); y para la niña lesionada, que jura y perjura que no puede posar el pie en el suelo, decidimos improvisar una camilla para transportarla. Ya ves: todos los años pagando religiosamente nuestra cuota a la federación de montaña y, para una vez que los necesitamos, en lugar de llamarlos decidimos arreglarnos con nuestros propios y precarios medios. Y sólo por no ocasionar molestias. Es que somos así.
Así que en este preciso momento da comienzo el arduo proceso de construcción de nuestra primera camilla. Para ello unimos dos cuerdas utilizando un nudo de pescador que uno de los asistentes aprendió a hacer el pasado fin de semana en un curso de escalada, lo cual demuestra fehacientemente que siempre es posible sacar alguna utilidad a todo lo que uno aprende en la vida. A continuación plegamos la cuerda en zigzags a un lado y a otro, pero el resultado no es lo suficientemente consistente, así que decidimos cortar un par de ramas de árbol con una sierra de alambre que llevaba oportunamente otro de los asistentes y que demostró ser un objeto de gran utilidad… a pesar de que pasó a mejor vida después de cumplir su cometido. Después pasamos las ramas por los laterales de la camilla de cuerdas y colocamos una manta encima (es que llevamos de todo). Y en esta camilla, que resultó ser resistente, cómoda e incluso coqueta, trasladamos al herido hasta Araia sin ningún contratiempo.

Construyendo la camilla

Transportando a la herida
Para ello descendimos por la pista bordeando el Umandia por su cara sur y continuamos adelante hasta que unos 3 kilómetros después llegamos a un cruce que ya conocíamos porque a escasos metros de él se encuentra el bonito nacimiento del Zirauntza, ya visitado por algunos de los nuestros en otra ocasión. Antes de llegar allí nos cruzamos por el camino con un todoterreno conducido por dos individuos que no se dignaron siquiera a parar para preguntar qué nos pasaba. Pero corramos un tupido velo sobre ese asunto y sigamos con el relato de lo hoy acontecido.
En el citado cruce esperamos al otro herido, que bajaba como un campeón, con el tobillo hinchado y cojeando pero sin perder un ápice de su buen humor, y cogemos el camino del nacedero en dirección a Araia, siguiendo para ello un sendero perfectamente delimitado con postes marcados con pintura verde y blanca.

Al nacedero del Zirauntza

Hacia Araia
Nada más llegar a Araia nos encontramos con el compañero que había bajado a Ilarduia a por su coche, el cual sirve para transportar al resto de los conductores hacia sus propios vehículos. Una vez reunidos de nuevo, nos vamos al batzoki (cerrado), después al bar que está enfrente del batzoki (también cerrado) y, por último al casino-bar de Araia (abierto), donde nos proveen muy amablemente de una bolsa llena de hielos para aliviar el dolor de los accidentados. Y estando allí plácida e inocentemente sentados en la terraza del bar, de repente se levanta una pequeña racha de viento que provoca que una de las sombrillas salga volando desde un extremo de la terraza al otro extremo pasando a escasos centímetros de nuestras cabezas pero sin ocasionar, milagrosamente, ningún percance más. Conclusión: hoy alguien nos ha echado el mal de ojo, pero no ha podido con nosotros. Ciertamente, no.

Ruta realizada
Domingo, 9 de mayo de 2010

Río Sabando
Hora y lugar de encuentro: A las 10:30 en la gasolinera que está a la altura de Arrigorriaga, en la AP-68. Y a las 12 en Antoñana (Araba).
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Antoñana (Araba). Para llegar allí en coche desde Bilbao hay que coger la AP-68, tomar después la salida 5 para incorporarse a la N-622 (autovía de Altube) y a continuación coger la N-1 dirección Pamplona/Iruña. Un vez en la N-1 nos desviaremos para tomar la salida 357 (Arkaute, Lizarra/Estella) e incorporarnos a la A-2134. Posteriormente tomaremos la N-104 y después continuaremos por la A-132 hacia el puerto de Azaceta. Después de descenderlo y atravesar las localidades de Virgala, Maeztu y Atauri llegaremos a nuestro destino.
Desnivel aproximado: 40 m.
Distancia: 4 kilómetros (ida y vuelta).
Tiempo aproximado: 45´ en total.
Dificultad: Muy fácil.

Antoñana
La villa fortificada de Antoñana, enclavada en plena comarca de la Montaña Alavesa, fue fundada por Sancho el Sabio en 1182 y desde entonces ha sabido conservar inalterable y eterno el encanto medieval que embruja a todos sus visitantes: sus estrechas callejas, la preciosa iglesia de San Vicente Mártir, su impresionante Casa-Torre del siglo XII, la Torre Fortaleza de los Hurtado de Mendoza y, sobre todo, sus arcos de entrada en la parte sur y los restos de su recinto amurallado, testimonios históricos de la importantísima función defensiva que tuvo esta villa en la antigüedad.
Desde este precioso pueblo alavés arrancan hoy en día diversas rutas que permiten atravesar maravillosos paisajes naturales. Nosotros en esta ocasión nos hemos decantado por un suave y tranquilo paseo que conduce a la cascada de Aguaqué, un rincón paradisiaco escondido entre la espesura de una vegetación exuberante.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
No hay más que unas pocas plazas disponibles en el pequeño parking situado a la entrada de Antoñana, razón por la que algunos de los nuestros deben entrar en el pueblo y dejar aparcados los coches donde buenamente pueden. Y mientras todos nos preparamos para iniciar la marcha, descubrimos justo enfrente del parking un pequeño local donde alquilan bicicletas, hecho que los niños aprovechan para ejercer su derecho a opinar y a decidir. Y fruto de ello esta salida de Menditxiki se convierte en la primera ruta del año realizada en bicicleta por los niños.
Así que, una vez montados sobre dos ruedas algunos y sobre dos piernas los demás, nos dirigimos a la Plaza de Mayo, donde destaca la iglesia parroquial y La Fuente de Abajo. Girando a la derecha, por la calle Arrabal, el viandante puede encontrar un poste con indicaciones de las diversas rutas que desde allí se pueden tomar. No obstante, nosotros nos adentramos por la calle de la izquierda, atravesando las murallas de Antoñana y realizando un pequeño recorrido que nos permite disfrutar de la belleza de los rincones de este pequeño pueblo alavés, hasta que al cabo de unos minutos desembocamos en la pista cementada donde se encuentra el poste indicador anteriormente mencionado.

Hacia la Plaza de Mayo

Calle e iglesia de Antoñana
A partir de este momento continuamos por la pista dirección norte dejando atrás el pueblo. Unos 350 metros después abandonamos esta pista para tomar una desviación a la derecha en cuyo inicio un poste de madera indica que caminamos por una pista apta para BTT. Esta pista, de tierra, hierba y piedras, va poco a poco internándose en una zona boscosa y finaliza en una bifurcación. Tomamos el estrecho sendero de la derecha que nos conduce a un pequeño y caudaloso canal de agua, la acequia de Aguaqué, construida con el propósito de aprovechar el salto de agua para regar las huertas de Antoñana.

Primera desviación

Acequia de Aguaqué

Segunda desviación
Caminamos al lado del canal de agua rodeados de hayas y unos 150 metros después nos encontramos con un cartel de madera donde aparece escrito el nombre de la cascada que da fama a este escondido y recóndito lugar: Aguaké. Descendemos por un estrecho sendero que encontramos un poco más adelante y nos detenemos en una amplia zona rodeada de una espectacular vegetación, donde es posible respirar una paz y un silencio sólo interrumpido por el sonoro y armónico sonido de las aguas del río Sabando.
El famoso salto de agua se encuentra situado al otro lado del río. Cuando éste no baja tan crecido como hoy es posible encontrar algún lugar donde poder vadearlo y acceder al otro lado. Pero las intensas lluvias que han caído durante esta semana han propiciado que el caudal del río baje bastante crecido, lo cual convierte en tarea un tanto difícil para el día de hoy alcanzar la otra orilla.
No obstante, con cascada o sin ella, el entorno no deja de ser espectacular. A nuestra izquierda una imponente muralla de roca caliza se erige inexpugnable como una inmensa fortaleza por cuyas grietas el río encuentra caminos por los que abrirse paso. Y, rodeándolo todo, árboles de singular belleza se elevan hacia el cielo convirtiendo este umbrío lugar en una paradisiaco lugar de recogimiento.

Cartel

Río Sabando
Después de disfrutar un buen rato del silencio y la belleza que envuelve este pequeño rincón de Álava, emprendemos el regreso a Antoñana tomando el mismo camino por el que habíamos venido.

Ruta realizada

Perfil Antoñana-Aguaqué
Y de Antoñana partimos hacia el cercano pueblo de Santa Cruz de Campezo, donde nos está esperando dentro del restaurante Ibernalo una mesa en torno a la cual podemos celebrar todos juntos el primer cumpleaños de Menditxiki.
Domingo, 02 de mayo de 2010

Cruz del Gorbeia
Hora y lugar de encuentro: A las 08:30 en Pagomakurre, al cual se accede desde Areatza-Villaro (Bizkaia) tomando una pista asfaltada que se encuentra frente a la iglesia.
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Desde Pagomakurre.
Desnivel: 601 m.
Tiempo aproximado: 1 h 40´ de ascensión.
Dificultad: Media
El Gorbeia es el monte más alto de Bizkaia (5.095 pies desde el nivel del mar, según el diccionario de Madoz) y forma parte de los cinco montes bocineros de la provincia ya que desde este se convocaban Juntas Generales de Bizkaia mediante hogueras y toque de cuernos durante la Edad Media.
Está situado en el parque natural que lleva su nombre y se encuentra a caballo entre las provincias de Araba y Bizkaia. Su herbosa cima está presidida por una cruz metálica que se quiere asemejar a la torre Eiffel. Los pies norte y este están en suelo alavés mientras que los pies sur y oeste en suelo vizcaino. Esta no es la cruz original ya que en noviembre de 1901 fue colocada la primera y que solo duró un mes en pie, como predijeron los pastores. La segunda fue colocada en octubre de 1903 y fue bendecida por aguas del río Jordán, pero tampoco aguantó mucho. La culpa de que se cayera, en febrero de 1906, fue un vendaval.
Hay muchos y diversos caminos para acceder al Gorbeia. Nosotros, una vez más, lo haremos desde Pagomakurre.
Descripción del recorrido realizado:
No voy a describir el recorrido ya que el 22 de noviembre del 2009, hicimos el mismo y podéis consultarlo pinchando debajo de la fecha.
Lo que sí os voy a contar es lo que hemos hecho hoy a pesar de que nos ha salido un día muy nubloso, lluvioso y desapacible.

Día desapacible

La lluvia

La niebla

Con paraguas
Una nueva menditxiki (bueno, no tan nueva), nos informó que este día se celebraba la “fiesta de los montes Bocineros” y claro está, donde hay fiesta allá vamos nosotros.
Aunque este día teníamos previsto la subida al Gorbeia, dicho acontecimiento nos obligaba a madrugar más de lo habitual pero aún así la ocasión merecía la pena.
Quedamos, pues, a las 8:30 en Pagomakurre ya que a las 10:00 era la hora para la concentración en Egiriñao y la posterior ascensión a la cima. A las 11:00 se tocaba el cuerno, como se viene haciendo desde 2004.

Campas de Arraba
Subíamos animados y contentos, unos imitaban el cuerno con las manos, otros tatareaban animadamente “Raindrops keep falling on my head” la música de, “Dos hombres y un destino”, y los niños no se quejaron ni una sola vez. Sabían que era un día especial, que la marcha iba a ser más dura de lo habitual, pero que la recompensa también iba a ser mayor.

Hacía Egiriñao
Llegamos a Egiriñao a las diez en punto “punta puntorum”, pero la concentración ya se encaminaba hacía el Gorbeia, por lo que nosotros hicimos lo propio y comenzamos a subir sin ningún tipo de descanso. ¡Queríamos estar a las once en la cruz para ver el toque de cuernos!

Un menditxiki con el cuerno
Algunos se quedaron en Egiriñao, otros llegaron al collado del Aldamin y los más valientes subieron a la cima,llegando cinco minutos antes del acontecimiento.

Una menditxiki con el cuerno
En la cima pudimos ver como diferentes personas tocaban el cuerno, incluidos nuestros pequeños menditxikiak. Hubo “aurresku” y otros bailes. A continuación sonaron varias bocinas y nos despedimos hasta el año que viene en el Kolitza. ¿Iremos?

Aurresku
A la bajada, los que nos habíamos quedado en el collado del Aladamin y en Egiriñao ayudamos a la organización, el Club Ganzabal, a repartir el regalo (una cantimplora) y ritmo de “txakoli-txakoli” que cantaba nuestra “navarrica”, servíamos vasitos del apreciado vino a todo aquel que bajaba de la cima.

Hamaiketako
Tomamos el aperitivo acompañado del txakoli, vimos cómo dos montañeros tocaban los cuernos mientras un grupo de jóvenes bailaban a su son, el cual algunos queríamos imitar, e iniciamos el descenso hacia el refugio de la federación, donde nos esperaban otros componentes del grupo que habían iniciado la marcha hacía el Gorbeia un poco más tarde. Aquí tomamos unos calentitos vasos de leche y café que nos sirvieron de impulso para hacer la bajada hacia los coches con la intención de comer en los merenderos de Pagomakurre, si el tiempo nos acompañaba. Y nos acompañó, sí. Nos permitió comer, hacernos unas fotos y charlar un “ratico”, porque enseguida empezó a bajar la temperatura y amenazaba con llover, otra vez.

Comiendo
Yo diría, para terminar, que el madrugón ha merecido la pena, a pesar de la lluvia, del frío y de que algunos nos hemos quedado con pena de no haber llegado a la cima. No importa, el Gorbeia está ahí para cuando queramos repetir.