Archivo de diciembre de 2010
DOMINGO, 26 DE DICIEMBRE 2010
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Desde ermita de San Blas en la localidad de Dima (Bizkaia)
A esta ermita se accede desde Dima. Después de pasar este pueblo seguimos dirección Otxandio por al BI-2543. En el kilómetro 32,5 hay una desviación, con una fuerte curva a la derecha, que nos indica que siguiéndola llegaremos al caserío Makaztui y a la ermita de San Blas.
Desnivel positivo: 100 m aprox.
Distancia aproximada: 6 kilómetros.
Tiempo: 1h ida.
Dificultad: Fácil.
El Urrekoatxa, también llamado Urragiko Atxa o Urri, junto con el Basabil, el Baltzolamendi y otros, forman parte de la sierra de Ugatxa, la cual separa los valles de Arratia y Dima.
Nuestra primera intención es subir desde Areatza, pero el proponente de la ruta nos invita a subir desde la ermita de San Blas. Bonita ermita situada en el collado de Kurutzegana .
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
Dejamos nuestros coches aparcados junto a un caserío próximo a la ermita ya que no se puede acceder a ella debido a la nieve existente en la carretera.
Botas puestas, guantes, gorro, bufanda y polainas, comenzamos el camino hacia nuestro destino de hoy. ¿Llevamos los trineos?, ¿sí? ¿no? No. Nos vamos a conformar con las palas por si encontramos alguna pendiente en la cual se puedan tirar los niños, y no tan niños.
Hace un día espléndido y el sol luce como si estuviésemos en plena primavera. ¡Cómo nos gustan estos días!
Cogemos el camino asfaltado que sigue hacia la ermita y pronto la vemos asomar a nuestra derecha. Parada para verla por dentro, hacerle unas fotos y seguimos por el mismo camino asfaltado.
Unos 40 m después de la ermita, encontramos una pequeña desviación a la izquierda pero nosotros seguimos por el camino más amplio a la derecha y marcado con marcas rojas y amarillas.
Durante el resto del recorrido no encontramos desviaciones, pero si las hubiésemos encontrado tendríamos que haber hecho caso omiso de ellas ya que el camino que llevamos nos lleva directamente hacia la cima. A ratos el asfalto se convierte en camino de tierra pero predomina el cemento. La causa de que esto sea así es que, junto a la cima del Urrekoatza, se encuentra un repetidor y el acceso para coches debe ser óptimo.
El camino es muy ameno. No tiene dificultad ninguna pero sí muchos charcos atractivos para nuestros pequeños montañeros. Están todos llenos de hielo y las paradas “técnicas” se hacen habituales. Que si cojo un trozo, que si lo tiro, que lo piso, que….. ¡pedazo de charco! Imposible no pararse aquí.
Terminada esta pequeña pausa continuamos nuestro camino y pronto alcanzaremos la cima.
Cuando la pendiente se hace un poco más pronunciada y aparecen los postes que hay a ambos lados de la carretera para las mediciones de nieve, dos de nuestros aguerridos montañeros abandonan la pista para insertarse en la roca caliza que compone el Urrekoatza. Así pues, suben por la derecha, justo después de pasado un “quitamiedos” que hay a la derecha de la carretera, y alcanzan la cima en un “pispás”.
Los demás seguimos la carretera que nos lleva directamente al repetidor. Llegados aquí, nos dirigimos hacia la derecha, entre la roca, para llegar al buzón, pero nos encontramos con el paso cerrado. No hay forma de subir por este lado. La roca, la nieve nos impide el paso.
Desde arriba, nuestros compañeros nos indican que tenemos que volver sobre nuestros pasos, llegar a la curva y subir por el mismo lugar que lo han hecho ellos. Pues vale, allá vamos. Pero no, no llegamos a la curva. Decidimos subir por otro “sendero” que encontramos, según bajamos, a nuestra izquierda. Subimos la pequeña ladera del monte y nos reunimos poco a poco en la cima.
Cima, en la cual se puede ver un belén colocado debajo de una roca y a su derecha el vértice geodésico y sus dos buzones. Uno roto y otro colocado por el Baskonia.
Desde aquí las vistas son impresionantes. El Gorbea, el Anboto, el Saibi e
Itxina entre otros.
Foto de rigor y bajamos por otro caminito situado a la izquierda del buzón, el cual parece ser que es por el que tendríamos que haber subido, porque está marcado con hitos. Pero no. Ya lo sabemos. A veces encontramos los caminos cuando bajamos.
De nuevo en la carretera, nos preguntamos: ¿Hacemos el hamiketako?, vale, ¿aquí?, no, allí. No parece que nos guste un pequeño camino sin piedras para descansar, no. Subimos a la derecha de la carretera buscando rocas que no tuviesen nieve para sentarnos. Y después de nuestro reposo y un poco de comida, continuamos la bajada por el misma carretera por la cual habíamos subido, no sin antes pararnos, otra vez, a tirarnos con las palas de nieve.
Unos cuantos deslizamientos después seguimos bajando y parada obligada, de nuevo, en el maravilloso charco helado. Ahora más rato.
Después de lanzar varios trozos de hielo al charco y varios “cuidado no te mojes”, abandonamos el lugar para, poco después, llegar a la ermita. Aquí comemos y liberamos nuestras mochilas, ya que, aunque la ruta ha sido cortita, nos hemos ganado la comida.
Después de comer volvemos al lugar donde hemos dejado los coches y de vuelta a casa, no sin antes tomarnos el caldito, cafelito o colacao de rigor en Dima.
Domingo, 19 de diciembre de 2010
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Localidad alavesa de Elgea (627 m ), perteneciente al ayuntamiento de Barrundia. Para llegar allí desde Bilbao tenemos que coger la AP-68 y tomar posteriormente la salida 5 para incorporarnos a la N-622 (autovía de Altube). Después tomamos la A-1 dirección Pamplona/Iruña. Una vez en la A-1, cogemos la salida 364 (Ozaeta/Ozeta) y nos incorporamos a la A-3012. Continuamos por ella hasta Ozaeta/Ozeta, donde nos encontramos con un desvío a la izquierda que nos conduce en 2´5 km a Elgea por la A-4017.
Desnivel positivo: Unos 500 m.
Tiempo aproximado: 3 h (1 h de ascensión al Albiturri/Elgeamendi y 50 min más al Urdingain/Arriurdin).
Dificultad: Fácil.
Las cumbres del Albiturri/Elgeamendi y Urdingain/Arriurdin se encuentran situadas en el extremo más occidental de la sierra de Elgea, cuyo cordal forma parte de la cadena montañosa que configura la gran divisoria de aguas cantábrico-mediterránea, además de marcar los límites territoriales de Araba y Gipuzkoa.
Ascenderemos a estos dos montes de vistas espectaculares desde Elgea (627 m), pequeña localidad alavesa que da nombre a toda la sierra.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
Aparcamos nuestros coches junto a las últimas casas de Elgea, un poco más arriba de la plaza Elejalde. Nos calzamos las botas y deliberamos durante unos minutos acerca de la posibilidad de llevar o no los trineos y las palas para la nieve. Desde Elgea no se divisa mucha nieve en los montes circundantes pero, como los niños a veces son insistentes hasta el aburrimiento, al final cedemos un poco y decidimos acarrear toda la paraferlalia que rodea a un acto montañero en el que está prevista la posible presencia de nieve. Y menos mal que les hicimos caso a los niños, porque si no igual nos acaban utilizando a nosotros de trineos para deslizarse por las laderas que después encontrarían a su paso.
Una vez preparados, cogemos una calle asfaltada que gira a la izquierda y desciende hasta un arroyo. Nada más cruzarlo por un puente, la pista comienza a ascender y, al llegar a la altura de un caserío, describe un fuerte giro a la derecha para dar paso a una pista de tierra.
Poco después nos encontramos con un paso canadiense y, tras él, una bifurcación. Cogemos el vial de la izquierda y comenzamos a caminar ahora por una pista cementada cubierta de nieve que asciende entre plantaciones de pinos y recios y desnudos robledales.
Continuamos por la pista sin desviarnos en ningún momento hasta llegar a la parte alta, a unos 880 m de altitud. En este punto abandonamos la pista de cemento por la que caminamos, la cual conduce a la antena instalada en la cumbre del Urdingain/Arriurdin, y tomamos una pista de tierra que asciende a la izquierda, la cual no cuenta con señalización alguna. Lo que sí tiene es una pendiente cubierta de nieve lo suficientemente atractiva como para que los niños aprovechen las circunstancias y hagan uso de palas y trineos. Estamos ya a tan sólo cinco minutos de la cima del Albiturri.
Tras varias bajadas, derrapes y alguna que otra inevitable y no traumática caída, decidimos continuar por la pista, la cual asciende ligeramente bordeando la base de la cumbre. Tomamos después un estrecho sendero situado a la derecha de la pista y subimos por él para posteriormente girar a la derecha y continuar dirección norte, dirigiendo nuestros pasos hacia el visible vértice geodésico que corona la cumbre del Albiturri, también conocido con el nombre de Elgeamendi, monte incluido en el catálogo de cimas centenarias de Euskal Herria.
Un poste de madera clavado en el suelo en el que se puede leer “Urkitza”, un viejo buzón oxidado del UD Aretxabaleta de la década de los 60, otro buzón en mejor estado puesto allí por el CM Gasteiz en 2003 y una cinta multicolor que une el vértice geodésico con el segundo buzón son los ornamentos que nos encontramos al llegar a la cima. Eso y unas espectaculares vistas panorámicas de las tres principales cimas de Euskal Herria: enfrente de nosotros, la grandiosidad del Gorbeia y el agreste perfil rocoso del Anboto; y, a nuestras espaldas, el impresionante macizo del Aizkorri, precedido este último de la interminable y cansina hilera de molinos de viento que era preciso sortear en la última edición de los Hiru Haundiak para alcanzar las campas de Urbia y situarse a los pies del Aizkorri. Aprovecho la ocasión para recomendar a todo aquel que esté interesado en participar en esta dura travesía de 100 km que suba al Albiturri para llenar sus ojos y su corazón de esta panorámica infinita.
Unas fotos, un tentempié de media media mañana… y continuamos adelante. Es pronto todavía, así que decidimos dirigirnos a la cumbre del Urdingain/Arriurdin, situada a unos 50 minutos de allí. Para ello seguimos caminando por el cordal cimero dirección norte y bajamos hasta la pista cementada que habíamos abandonado con anterioridad. Allí se produce otra nueva parada táctica. Pero no para comer sino porque los niños encuentran de nuevo un lugar apropiado para hacer uso de palas y trineos.
Tras disfrutar un buen rato de la nieve, decidimos proseguir la marcha en dirección al Urdingain/Arriurdin, condenado no a portar una cruz –como el Gorbeia– sino a soportar estoicamente en su cima la extraña presencia de un enorme repetidor de comunicaciones que afea notablemente el entorno.
Continuamos caminando, pues, por la pista de hormigón hasta que nos encontramos con un sendero de tierra a nuestra izquierda, situado a los pies de la gigantesca antena a la que hemos hecho mención. La pendiente ante la que nos encontramos ahora fue también de obligada ascensión durante la edición de este año de los Hiru Haundiak y es casi seguro que a más de uno, al contemplarla aquel día desde abajo después de una noche sin dormir, casi 70 km en las piernas y cerca de 3.000 m de desnivel positivo a sus espaldas, le pareció un 4.000 por lo menos. Y no lo digo por decir. Lo digo porque lo viví en mis propias carnes. Pero ahora son otras las circunstancias y esta pronunciada cuesta no deja de ser una empinada y corta ladera que se asciende sin ninguna dificultad y sin apenas esfuerzo. Es cuestión de perspectiva. Como todo en la vida.
Un pequeño buzón con forma de seta nos recibe en la cima del Urdingain. Un pequeño buzón que emerge diminuto, frágil y casi invisible a la sombra de la gran antena situada en la cumbre.
Buscamos un lugar un poco resguardado donde poder sentarnos a comer tranquilamente. Y lo encontramos, naturalmente. Y menudas vistas: las brillantes aguas del embalse de Ullibarri-Gamboa contrastan con las cimas nevadas de algunas de las principales cumbres vascas. Todo un lujo. Eso sí: para disfrutar de semejante panorama es preciso dar la espalda al repetidor y al gigantesco parque eólico situado detrás de él. Es lo que tiene la civilización. Que a veces llega hasta el monte y lo estropea todo a su paso.
Y tras finiquitar casi todas las viandas que llevábamos a cuestas, emprendemos el camino de regreso a Elgea, adonde llegamos después de detenernos en varias ocasiones para disfrutar con los trineos de este soleado y nevado domingo que nos ha regalado el mes de diciembre.
Domingo, 12 de diciembre de 2010
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Allendelagua, localidad perteneciente al municipio de Castro Urdiales (Cantabria) situada a 50 m sobre el nivel del mar. Para llegar allí desde Bilbao hay que coger la A-8 y tomar la salida 151 para incorporarse a la N-634. A unos tres kilómetros de dicha salida se encuentra la pequeña localidad de Allendelagua.
Desnivel positivo: Unos 600 m.
Distancia: 10 km.
Tiempo aproximado: 3 h 30 min (2 h de ascensión)
Dificultad: Media. Terreno kárstico en las cercanías de la cima.
Situado en los montes de Cantabria, el pico Cerredo alza su perfil rocoso entre las localidades de Castro Urdiales y Oriñón. A pesar de sus modestos 643 metros de altitud, es el Cerredo la cumbre más elevada de la costa oriental cantábrica, lo cual, unido al hecho de que se alza a escasos dos kilómetros en línea recta desde la costa, han convertido a esta emblemática montaña caliza en una privilegiada atalaya desde la que se pueden disfrutar de unas inmejorables vistas panorámicas.
Para acceder a esta cima se suele partir de las localidades cántabras de Castro Urdiales, Cerdigo o Allendelagua. Y es precisamente este último municipio el que nos ha recibido hoy con un sol radiante para abrirnos las puertas que nos conducirán a través de verdes valles y caminos evidentes a esta preciosa y agreste montaña bañada por el salvaje mar Cantábrico.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
Dejamos aparcados los coches a la entrada de Allendelagua, donde nos encontramos con un cartel descriptivo de la ruta, y cogemos la calle principal, la cual nos conduce hacia la parte alta del pueblo. El Cerredo se alza orgulloso a lo lejos.
Tras dejar atrás las últimas casas del pueblo, abandonamos el asfalto para internarnos en una pista cementada situada a la izquierda de la calle por la que ascendemos y, unos 100 metros después, nos encontramos con un cartel que nos invita a abandonar la pista para tomar un sendero de tierra situado a nuestra izquierda. Según el citado cartel, 2 h y 5 km nos separan del Cerredo.
Después de cruzar una puerta hecha con un viejo somier (en los pueblos se aprovecha todo), comenzamos la ascensión por una empinada loma de tierra salpicada de piedras que nos deposita en un alto situado a 222 m de altitud. Una vez allí giramos a la izquierda siguiendo una estrecha senda herbosa poco evidente que acaba desembocando en una ancha pista de tierra que asciende progresivamente dirección sur dando la espalda al mar. Los restos del castillo de San Antón quedan a nuestra izquierda. Las leyendas han asociado este castillo a los famosos caballeros templarios, algo poco probable si tenemos en cuenta que su construcción parece ser que fue posterior a la disolución de la Orden del Temple.
Poco después la pista de tierra por la que caminamos finaliza en una ancha pista de gravilla que unos metros después describe un fuerte giro a la derecha. Y después de que la pista dibuje otras dos amplias zetas, la abandonamos para tomar una estrecha senda a la derecha. La flecha dibujada en una pequeña estaca pintada de verde que se encuentra clavada en el suelo nos sirve de guía en este momento.
Continuamos por la senda hasta que ésta muere en la pista que hemos abandonado antes, la cual conduce a un gran repetidor de telecomunicaciones que se veía desde Allendelagua. Nos dirigimos hacia él pero, antes de darle alcance, debemos tomar otra desviación a la derecha. Un monolito allí situado, el monolito de Ilso Grande, sirve de referencia clara para coger la citada desviación.
Siguiendo este sendero un tanto embarrado llegamos sin problemas a la base de la mole caliza del Cerredo. El vértice geodésico que corona su cima es ya visible desde el punto en el que nos encontramos. Bordeamos la base del monte por el oeste y a continuación seguimos hacia el este buscando un paso entre las rocas que nos permita alcanzar la cima caliza de este monte de aspecto inexpugnable. Y pronto lo hallamos: en la vertiente sureste un nuevo poste verde de las mismas características que el habíamos visto con anterioridad nos indica por dónde debemos continuar.
Una vez allí tan sólo tenemos que seguir las marcas amarillas y amarillas y rojas que se internan en el abrupto lapiaz para alcanzar en pocos minutos la cima del Cerredo, con su vértice geodésico y sus dos buzones. Al norte, el mar Cantábrico, al este la costa vasca, al oeste el perfil agreste del Candina y su entorno y al sur valles pintados de verdes y ocres otoñales. Unas vistas de 360 grados difíciles de describir con palabras.
Unas fotos en la cima y regresamos a las acogedoras campas que se extienden en las faldas del Cerredo. Allí nos detenemos a comer y a disfrutar de este espléndido día que nos ha regalado el mes de diciembre. Risas, juegos, bromas… y de vuelta a Allendelagua. Cuando luce el sol todo parece resplandecer con él.