Archivo de mayo de 2012
DOMINGO, 27 DE MAYO DE 2011
DATOS DE LA RUTA:
Acceso: Desde el puerto San Kristobal, al cual se accede desde la localidad alavesa de Otxandio por la A-3941, dirección Oleta. Después de pasar la iglesia de Oleta hay una desviación a mano derecha que marca
Iramaiako Ibarra. Esta carretera nos llevará al alto del puerto.
Desnivel acumulado: 544 m
Distancia: 6,66 Km
Dificultad: Fácil
Es el Orixol un monte kárstico y de gran belleza. El bosque de hayas que se encuentra en su base le da un colorido esplendoroso entre la
Penetrar en el interior de hayedo es como recorrer senderos entre gigantes. Gordos y frondosos troncos hacen que nos sintamos protegidos del calor y al mismo tiempo le da un aire místico al lugar.
A partir de ahora llamaremos al Orixol: Oriol. Así es como lo define Euskaltzaindia. Para algo es la Real Academia.
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
Dejamos los coches aparcados en el alto del puerto de San Kristobal, en una explanada y junto a unos troncos.
Desde allí podemos ver la ermita que lleva el mismo nombre del puerto y que es la santa protectora de los viajeros.
Con la piel bien protegida con crema para el sol, mochilas con agua abundante y demás pertenencias, iniciamos la marcha.
Junto a la explanada, cruzando la carretera, se encuentra una pista de piedra que asciende. Esa es la que tomamos, no hay otra, para dirigirnos a nuestro destino de hoy: el Oriol.
Esta pista continua durante unos 900 m y nos lleva hasta un cruce con un paso canadiense y un cartel que nos indica que a la cima de hoy nos quedan 2,7 Km.
Seguimos pues la indicación y continuamos por esta pista. Poco después hayamos a nuestra izquierda una gran cruz metálica colocada por no sabemos quién. A la derecha otro cartel marcando la distancia al Santikurutz (1,5km) y al Oriol (2,4 km).
Tengo que hacer un inciso y decir que no le hacemos ningún caso al cartel. Será que los que iban delante no lo han visto y los que íbamos detrás les hemos seguido. Bueno, algunos sí le hicieron caso y se desviaron por ahí.
El resto, continuamos por la pista otros 100 metros para hallar una senda a mano derecha. Senda que cogemos y que nos lleva directos al collado del Kastillue. La cima de este monte no tiene ningún buzón. (¿podríamos colocarle uno?)
Desde la cima del Kastillue se pueden empezar a ver las bonitas vistas que tiene la zona, como el embalse de
Ullibarri-Gamboa o la loma verdosa del Gorbea. De todos modos hoy, que andamos un poco despistados, no subimos a la cima, cima y la pasamos de largo.
De frente tenemos el hayedo, junto al inicio del mismo dos hitos que creemos marcan el límite municipal. Pero no estamos seguros. Abandonamos el collado y nos dirigimos por la izquierda del hayedo siguiendo los hitos en el camino y las marcas rojas y blancas. Nos adentramos en el mismo y caminando siempre juntos para no extraviarnos.
Pocos después el hayedo da paso a la roca y nos topamos con la ermita de Santikurutz. Continuamos por el camino de la GR y volvemos a adentrarnos en el bosque. Seguimos las marcas y subimos a la cima del monte que da nombre a la ermita. El Santikurutz (1.109 m). En la cima de una gran piedra, un buzón colocado por el Baskonia el 21-12-1989. Nos hacemos un foto, dos, tres…. y volvemos a descender a la senda del hayedo para continuar hacia el Oriol.
Al poco rato ya visualizamos la cima del monte, así que, algunos, dejamos las mochilas “aparcadas” para afrontar el último tramo hacia el Oriol (1.127 m).
Allí podemos contemplar toda la sierra del Aizkorri, el Artz, el Gorbea, Amboto y otros muchos que no sé distinguir. Nos falta el “gran conocedor de montes”.
Otras pocas fotos y tomamos notas del buzón. Esté pequeño símbolo, colocado por Orixoleko Mendikutxaren, tiene dos fechas: una el 08-05-1955 y otra el 09-05-1980.
Bajamos de la cima y en una pequeña explanada con sobras y sol comemos todo lo que llevamos en la mochilas, que no es poco.
Después de un buen rato – una hora o dos -, iniciamos el regreso hacia los coches por el mismo camino de subida. Esta vez sí pasamos por la cima del Kastillue.
Ya en los coches nos dirigimos hacia el puerto de Urkiola donde hacemos una parada para tomarnos una “cervezuski” bien fría y unos helados. Gran rato de tertulia y cada uno a su casita.
Bonito día de montaña, como siempre. Buena compañía, bonita ruta, gran día de sol y lo más importante: ningún accidente.
DOMINGO 20 DE MAYO DE 2012
Son tres años los que llevamos compartiendo rutas, emociones, juegos, debates, tertulias, escalada, compañerismo, risas, juergas, cenas y algún que otro esguince, raspadura, caída…pero, nunca hemos desfallecido y, casi nunca, nos hemos amilanado ante la lluvia, el viento y la nieve. Hemos seguido subiendo, un año más, montes domingo tras domingo sin abandonar nuestra afición por los recorridos montañosos, por la naturaleza y por la buena compañía.
Durante este último año hemos ido ganando miembros y hemos descubierto lugares de gran belleza.
Así que no nos quedaba más remedio que celebrarlo y para hacerlo hemos elegido, otro año más, disfrutar de la aventura de los árboles.
Niños y mayores hemos desafiado al día lluvioso que no nos ha impedido subir altas plataformas, vertiginosas tirolinas, largas escaleras y experimentar un poco de emoción.
Sopuerta Abentura nos ha ofrecido esto y un restaurante de la zona la comida que hemos compartido con los compañeros de este grupo.
Una gran tarta preparada por una componente del grupo, ha puesto el broche final a otra gran jornada amenizada por Menditxiki.
Si quieres animarte, ya sabes dónde encontrarnos.
Domingo 13 de mayo de 2012
DATOS DE LA RUTA:
ACCESO: Desde la localidad de Lagrán (Araba)
DESNIVEL: 509 m
DISTANCIA: 9,7 Km
DIFICULTAD: Media
Situada en la zona central de sierra de Toloño, divisoria natural entre la Montaña Alavesa y la Rioja Alavesa, se alzan sobre Lagrán o Laguardia, según la vertiente desde la que se mire, los picos más abruptos de este extenso cordal, entre ellos la Cruz del Castillo, uno de los más conocidos. A ello contribuye su característico crucerío cimero (visible desde Lagrán) y, sobre todo, su proximidad al portillo del Toro, ancestral paso de la ruta comercial del vino y pescado entre Laguardia y Bermeo. Además, su ascensión nos sitúa a un paso de Larrasa, cota máxima de la sierra, por encima incluso de Palomares.
La ruta está llena de historia. Ya que discurre por la bella Senda de las Carboneras, camino de herraduras por el que transitamos buena parte de la ascensión y poblado de carboneras con las que se puede seguir paso a paso su construcción
DESCRIPCIÓN DEL RECORRIDO REALIZADO:
Nuestra ruta de hoy comienza en el pueblo de Lagrán (756 m), a donde llegamos tras un largo y “entretenido” viaje desde Bilbao algunos y desde Pamplona otros. Aparcamos los coches junto al frontón de esta bella localidad alavesa y, tras los pertinentes preparativos, comenzamos nuestra caminata.
El día se presenta gris plomizo, la parte alta de la sierra está totalmente cubierta por las
nubes que ha arrastrado el húmedo viento del norte y no nos permite contemplar las hermosas vistas de esta fabulosa sierra. Por fortuna, estas nubes no amenazan lluvia y las previsiones meteorológicas aseguran que el tiempo mejorará a lo largo del día. Confiamos en que así sea y que podamos, por tanto, admirar el magnífico paisaje que las nubes ocultan.
Cruzamos la carretera por la que hemos llegado y dirigimos nuestros pasos hacia el cementerio. Por el camino que pasa ante el camposanto abandonamos el pueblo y nos encaminamos de frente hacia la sierra por la parcelaria. Inicialmente la pista está asfaltada, pero pronto pasa a ser de tierra. Obviando los distintos cruces, seguimos derechos hacia la sierra (S) siguiendo en todo momento las marcas rojas, amarillas y blancas que nos acompañarán hasta el puerto del Toro. Los más pequeños se van quedando atrás y tenemos que animarles a que aceleren el paso o, más bien, a que no se duerman por el camino.
Dejamos atrás los terrenos de cultivo y nos adentramos en el robledal, donde por fin el camino comienza a ganar altura de forma significativa. Los robles dejan paso a las hayas transitando ahora por un bosque de singular belleza siguiendo la senda de las Carboneras, un bello camino cargado de historia en la que, además, podremos observar, paso a paso, la construcción de una carbonera. El camino no ofrece dificultades, bien marcado, y de pendiente constante y moderada, vamos ganando altura mientras disfrutamos del paisaje y charlamos animadamente.
Nos encontraremos con varios cruces en su mayoría marcados con señales o con marcas de pintura en caso de duda siempre ascendiendo dirección sur. Poco a poco y sin contratiempos llegamos al puerto del Toro, el primer y único claro en el bosque casi hasta la cima, que si no fuese por la niebla, nos regalaría unas preciosas vistas de nuestro objetivo, Cruz del Castillo, de gran parte de la sierra, del parque natural de Izki, de la Rioja Alavesa etc. Allí y junto a un poste de señales decidimos descansar y hacer nuestro tradicional tentempié para reponer fuerzas. Disfrutamos de diferentes alimentos mientras va pasando de mano en mano una bota de vino que sabiamente, uno de nuestros componentes, ha traído para que podamos acompañar el hamaiketako con un buen caldo. Desde luego todos los presentes aplaudimos esta iniciativa y esperamos que cunda el ejemplo.
A partir de aquí debemos de seguir las marcas blancas y amarillas como indica el poste de señales (derecha), ya que las rojas y blancas nos llevaría hasta Laguardia, como también indica el cartel. Así que, continuamos nuestro camino ahora por un estrecho sendero que gana altura de forma acusada por un espeso bosque de hayas y encinas. Pronto y sin pérdida posible salimos a terreno despejado y entre la niebla podemos distinguir el collado final muy cercano ya a la cumbre. Desde aquí en otras circunstancias podríamos disfrutar de unas espectaculares vistas, sin embargo hoy, y pese a las predicciones, la niebla aunque no muy espesa, persiste en las cumbres. Un fuerte y frío viento del norte, el causante de esta humedad y culpable de la niebla, nos recibe en el collado, nos quedamos un poco más abajo para protegernos de este viento, mientras nos reagrupamos, antes de atacar el repecho final.
Grandes y pequeños dejamos las mochilas en el collado y decididos, encaramos el tramo final (derecha) por un aéreo, aunque fácil, sendero hasta la cumbre a la que llegamos en unos minutos. La cumbre está presidida por una cruz erigida en 1963 por el Manuel Iradier y Lagrán. Curiosamente junto a la cruz el viento es intenso y frío pero un par de metros hacia el este el viento es mucho más suave y la temperatura más agradable, en fin misterios de la naturaleza. Nos hacemos las fotos de rigor y tras unos minutos bajamos de nuevo al collado.
Tras breve deliberación decidimos comer allí mismo con la esperanza de que se cumplan las previsiones y finalmente despeje y podamos disfrutar de las vistas. Buscamos un sitio resguardado del viento donde comer cómodamente y pronto lo encontramos. Es increíble la diferencia de temperatura cuando conseguimos protegernos del viento.
El ritual se repite y disfrutamos de abundantes y variados alimentos, buenos vinos, algunos dulces y como no, un café. Mientras nosotros charlamos distendidamente, nuestros hijos juegan dejándose caer ladera abajo, no sin algún pequeño percance, disfrutando de estos agradables momentos. Se abren pequeños claros que nos permiten ver parte de la Rioja Alavesa y de la sierra sobre la que estamos acomodados y nos hacen ilusionarnos con la posibilidad de que despeje, sin embargo, se vuelve a cerrar y nuestras ilusiones se desvanecen.
La tarde avanza y consideramos que es el momento de volver, de esta forma, recogemos nuestras cosas y continuamos siguiendo el camino de ascenso. Desandamos el estrecho sendero que recorre el tupido bosque que nos lleva de vuelta al puerto del Toro y como no podía ser de otra forma, justo según vamos descendiendo, despeja definitivamente. Es una pena porque ha sido solo un cuarto de hora lo que ha impedido que podamos admirar las vistas desde la cumbre, sin embargo, viendo el lado positivo, ahora podemos contemplar el paisaje que nos fue negado durante la ascensión. Vemos parte de la sierra y el inmenso bosque de hayas que cubre toda la cara norte hoy teñido de un vivísimo color verde primaveral. Sin duda es un regalo para nuestros ojos y confirma mi parecer de que es el mes de mayo el mejor para visitar la Sierra de Cantabria.
Seguimos nuestro descenso por el mismo camino por el que hemos subido, charlando y haciendo juegos de palabras con los más pequeños, disfrutando ahora de la belleza del bosque y de la luz primaveral que ahora sí, se filtra a través de las verdes hayas. Cuando llegamos de nuevo a los terrenos de cultivo, giramos la vista hacia la sierra de la que acabamos de bajar y esta vez podemos contemplar la cumbre que acabamos de visitar y la cruz que la corona para darnos cuenta de la distancia y el desnivel que nos separan de ella.
Sin más contratiempos llegamos a los coches. Allí mismo y junto al frontón hay un bar en el que nos tomamos un cervecita mientras nuestros hijos aprovecha para disfrutar jugando al balón y nosotros de la charla y la cálida tarde primaveral.